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Marcha para pedir justicia por Claudia

Allegados de la niña de 10 años asesinada manifestaron su indignación en las calles.
SE PIDIÓ SEGURIDAD Y CASTIGO AL RESPONSABLE DEL ABOMINABLE CRIMEN.
SE PIDIÓ SEGURIDAD Y CASTIGO AL RESPONSABLE DEL ABOMINABLE CRIMEN.

Una mar­cha ciu­da­da­na to­mó las ca­lles de la lo­ca­li­dad co­rren­ti­na de San­to To­mé, pa­ra exi­gir jus­ti­cia por la vio­la­ción y el ase­si­na­to de una ne­na de 10 años que acon­te­ció allí, y que con­mo­cio­nó a la pro­vin­cia en­te­ra. Con ve­las en las ma­nos, la mul­ti­tud de per­so­nas mar­chó por San­to To­mé, pa­ra ma­ni­fes­tar la bron­ca, in­dig­na­ción y do­lor que cau­sa un ca­so tan con­mo­cio­nan­te co­mo és­te. La mu­che­dum­bre era en­ca­be­za­da por los pa­dres de Clau­dia, quie­nes por­ta­ban un cua­dro con el ros­tro de la pe­que­ña que en­con­tró un fin ines­pe­ra­do y ho­rri­ble. "Sos nues­tro án­gel", re­za­ba un pa­sa­ca­lles. El re­cla­mo prin­ci­pal de la ciu­da­da­nía san­to­to­me­ña an­te el ca­so es que quien ha­ya si­do res­pon­sa­ble o par­tí­ci­pe del tre­men­do cri­men ten­ga su cas­ti­go co­rres­pon­dien­te. A es­to, se su­ma la exi­gen­cia de ma­yor se­gu­ri­dad.

El ca­so Ca­be des­ta­car que la de­sa­pa­ri­ción de la ni­ña se pro­du­jo mien­tras és­ta iba ha­cia lo de su tí­a, lue­go de sa­lir de la igle­sia a la que asis­tí­a. Es­to fue des­pués de las 21:30 del mar­tes, cuan­do fue vis­ta con vi­da por úl­ti­ma vez. Lue­go de eso vi­nie­ron ho­ras, que se hi­cie­ron dí­as, de de­ses­pe­ra­ción an­te la au­sen­cia de la pe­que­ña. El epi­cen­tro de la bús­que­da fue el jue­ves, cuan­do de­ce­nas de efec­ti­vos po­li­cia­les a ca­ba­llo y ve­ci­nos re­co­rrie­ron va­rias zo­nas de la ciu­dad, en bús­que­da de la me­nor. Fue el vier­nes du­ran­te los pri­me­ros ra­yos del sol, que po­li­cí­as con pe­rros en­tre­na­dos en­con­tra­ron los res­tos de la ne­na, en un ba­su­ral. Se­gún los exá­me­nes fo­ren­ses, Clau­dia per­dió la vi­da apro­xi­ma­da­men­te 48 ho­ras an­tes de que las au­to­ri­da­des die­ran con su cuer­po. La prin­ci­pal sos­pe­cha es que el ca­dá­ver es­tu­vo ocul­to du­ran­te el mar­tes a la no­che, has­ta el día en el que fue aban­do­na­do en­tre los des­per­di­cios. Es­tá com­pro­ba­do que la es­tran­gu­la­ron. Has­ta el mo­men­to hay tres per­so­nas que son vin­cu­la­das al ca­so. El prin­ci­pal sos­pe­cho­so es un hom­bre de 50 años iden­ti­fi­ca­do co­mo Luis F., quien es ve­ci­no de la fa­mi­lia dam­ni­fi­ca­da. Se­gún se in­di­có, vi­ve so­lo des­de que su mu­jer lo de­jó lue­go de acu­sar­lo de ma­no­se­ar a su pro­pia hi­ja. Asi­mis­mo, al­gu­nos ve­ci­nos di­je­ron que era co­no­ci­do "por mo­les­tar a las mu­je­res en la ca­lle". Tam­bién se en­cuen­tran de­mo­ra­dos dos her­ma­nos, Juan Car­los y Mi­guel Ángel L., quie­nes son ve­ci­nos de Luis F. Hay cier­ta evi­den­cia que in­di­ca que el cri­men ha­bría te­ni­do a más de un au­tor y "na­da se des­car­ta". La cau­sa es­tá ca­ra­tu­la­da co­mo "ho­mi­ci­dio y vio­len­cia se­xual con ac­ce­so car­nal".