Lee Iacocca: genio de la industria automotriz

Lee Iacocca, el hombre que hizo realidad la leyenda del Ford Mustang, dejó el mundo terrenal el martes pasado, a los 94 años, después de una larga trayectoria como hacedor fundamental de la industria automotriz moderna. Ingeniero de profesión, al desembarcar en Ford descubrió que tenía más atributos para la venta y desarrolló de su talento en torno de una estrategia direccionada a la búsqueda del gusto popular y las necesidades esenciales del consumidor. En 1956, cuando cumplía 10 años como ingeniero de la marca del óvalo, ideó una promoción que duplicó las ventas. El plan, que se llamó "56 por 56", consistía en vender el nuevo Ford 1956 con una entrega del 30 por ciento del valor total del auto y el resto en cuotas fijas de 56 dólares hasta cancelar el precio total de la unidad.

La dinámica comercial que adquirió Ford Motor Company gracias a sus decisiones lo llevó a crecer en la escala jerárquica hasta convertirse en presidente de la compañía en la década del 70, lo que hoy se conoce como Chief Executive Officer (CEO). Con el correr de los años, Lee se transformó en el CEO más popular de la industria, con apariciones constantes en los magazines económicos de Estados Unidos y distintos países. En el mundo se habló del "fenómeno Iacocca", ya que sus innovaciones comerciales permitieron a la compañía retomar el liderazgo en todos los segmentos y competir de igual a igual en Europa con un producto que sería su nave insignia desde la década del 60 hasta la actualidad: el Mustang. El "caballo salvaje" de Ford surgió ante una idea de Lee Iacocca, quien había observado una disminución cada vez más pronunciada en las ventas del Ford Thunderbird, que perdía en la pulseada con su adversario de General Motors, el Corvette, mientras que se ampliaba la oferta y la competencia con la llegada de los deportivos europeos. A principios de los años 60 los ejecutivos de Ford destinaron el presupuesto más pequeño que se conozca en la historia para la producción de un nuevo modelo desde cero: 50 millones de dólares que Iacocca invirtió de la mejor manera posible, con la consigna de crear un vehículo de espíritu deportivo pero al mismo tiempo asequible para el usuario promedio, con versatilidad para la familia tipo y posibilidades ingresar al mercado europeo.

El Mustang (que recibió ese nombre después de que quedara descartada la denominación Torino) fue un éxito desde el principio e instauró un nuevo segmento, ya que a partir de su lanzamiento (en 1964) las demás automotrices norteamericanas comenzaron a producir vehículos similares. General Motors presentó el Chevrolet Camaro, Chrysler propuso el Dodge Challenger y American Motors se metió en la puja con el AMC Javelin. Los llamados "pony cars" (por su tamaño acotado respecto de lo acostumbrado en Estados Unidos) habían llegado para quedarse. En 1978 un entredicho con Henry Ford II (con quien mantenía una tensa relación) lo pusieron de patitas en la calle. Pero Iacocca sólo estuvo desocupado unas pocas horas, ya que Chrysler lo contrató para reconfigurar su portafolio.

La marca del pentágono, que había caído en una profunda crisis a fines de la década del 70, apostó al ingenio del ex CEO de Ford y no se equivocó. Al cabo de un par de años Lee estaba presentando el Caravan, primer monovolumen de la historia. Racional por donde se lo mire, competitivo en todos los rubros, confortable a más no poder (con siete plazas reales acomodadas en tres filas de asientos), el Chrysler Caravan (o Plymouth Voyager, como se lo conoció en Europa) salvó a la marca de la bancarrota y creó un nuevo segmento: el de los autos familiares pensados para largas distancias pero capaces de hacerse el tránsito citadino sin motores descomunales ni consumos ilógicos. Gracias al Caravan, las marcas Chrylser, Plymotuh y Dodge lideraron las ventas de los monovolúmenes durante 25 años, con Lee Iacocca certificando su fama de imbatible generador de best sellers automotrices. No obstante, no todos los autos que concibió fueron éxitos. También tuvo algunos fracasos sonoros como el del Ford Pinto, con compacto pensado para confrontar con los vehículos japoneses que habían comenzado a ganar terreno a fines de los años 70. El Pinto (del que se conocieron algunas unidades en Argentina) tenía mal ubicado su tanque de nafta y representaba un comprobado peligro de explosión en caso de sufrir un choque desde atrás. Alguna vez le preguntaron a Iacocca sobre las fallas del Ford Pinto y su respuesta fue que "no siempre se puede ganar". De todas maneras, en la década del 90, se despidió a lo grande con un deportivo de pura sangre capaz de codearse con Ferrari, Porsche y la serie M de BMW: el Dodge Viper, un poderoso biplaza con motor V8 que hoy es considerado un auto de culto.

La leyenda del Mustang
A principios de la década de los 60, Lee Iacocca solicitó a Gene Bordinat el diseño de un nuevo concepto de vehículo "compacto" y deportivo. Lee estaba preocupado por caída en las ventas del Ford Thunderbird, pero no se dejó llevar por el espíritu transgresor del diseñador, que creo un "concept" demasiado futurista: un biplaza descapotable con un motor V4 sin techo, con un parabrisas minimalista y trompa aerodinámica. Iacocca desestimó la propuesta y contrató a Joe Oros, a quien le dio precisas instrucciones. Está vez el prototipo fue mucho más adecuado a su perspectiva, ya que al utilizar la plataforma del Ford Falcon medía poco más de cuatro metros y era lo suficientemente liviano como para sacar el máximo rendimiento al modesto motor de seis cilindros con el que fue presentado el Mustang definitivo, en 1964. A partir de allí la historia del Mustang creció hasta convertirse en leyenda, con evoluciones cada vez más potentes y actuaciones protagónicas en el cine, como es el caso de la famosa "Bullit", en la que Steve McQueen conduce un fastback verde a toda velocidad. El Mustang pasó por la crisis de fines de los años 70 y principios de los 80, con una drástica reducción de su carrocería y sus motorizaciones, pero en los 90 volvió a ser un "muscle car" hecho y derecho. Su segunda época de gloria comenzó en la década pasada, cuando la onda retro imperante en el diseño de los albores del siglo XXI influyó para que el modelo recuperase la apariencia original con el frontal de parrilla adelantada respecto de los faros y unidades ópticas inspiradas en los faros redondos del modelo concebido 40 años antes por el gran Lee Iacocca.