"Chalecos amarillos" vuelven a las calles tras anuncios de Macron
Dos días después de los anuncios del presidente Emmanuel Macron en respuesta a la crisis social en Francia, los "chalecos amarillos" volvieron a movilizarse el sábado, aunque fue una de las manifestaciones con menor participación desde que empezó el movimiento hace cinco meses. Esta 24º semana de movilizaciones convocó a 23.600 manifestantes en varias ciudades de Francia, principalmente en París y Estrasburgo (Este). La semana pasada convocaron a 27.900 participantes y desde que empezaron estas protestas a mediados de noviembre, la más baja fue el 6 de abril con 22.300 manifestantes, según cifras del Ministerio del Interior. Sin embargo los organizadores de los "chalecos amarillos" dijeron que fueron al menos 60.000. En París hubo a 2.600 participantes, según las autoridades, frente a los 9.000 de la semana anterior.

- Desde hace cinco meses, los "chalecos amarillos" reclaman cada sábado en la calle más justicia social y fiscal, en unas protestas en ocasiones salpicadas de violencia. El jueves por la noche, el Presidente francés anunció un conjunto de medidas destinadas a aumentar el poder adquisitivo de las clases medias y pobres. En Estrasburgo marcharon unos 2.000 "chalecos amarillos", y las fuerzas de seguridad que custodiaban las calles de acceso a las instituciones europeas replicaron con gases lacrimógenos ante los proyectiles arrojados por manifestantes. Los policías retuvieron a los manifestantes en la plaza Burdeos, impidiéndoles marchar hacia la sede del Parlamento europeo. Una parada de autobuses resultó dañada pero no hubo enfrentamientos directos entre la policía antidisturbios, la gendarmería y los manifestantes, quienes finalmente se vieron obligados a retroceder. La prefectura del Bajo-Rin había prohibido los actos de protesta en algunas partes del centro histórico de la ciudad, así como en la estación de trenes y en las inmediaciones de las instituciones europeas. En la capital, varios cientos de manifestantes - convocados por el sindicato CGT y los "chalecos amarillos"- tomaron por la mañana el bulevar Montparnasse para dar una "respuesta general" al gobierno.
Tras un año en la Casa Blanca, Pompeo camina en la cuerda floja
Rudo y resuelto en público, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, ha tenido éxito en una tarea de máxima delicadeza: complacer al presidente Donald Trump, incluso al verse obligado a apaciguar a los aliados de Estados Unidos, a menudo perturbados. Pompeo asumió el cargo el 26 de abril del año pasado, viajando de inmediato a Europa y Medio Oriente mientras prometía devolver al Departamento de Estado su "orgullo" después del paso de su predecesor, Rex Tillerson. Un año completo en el cargo no es un hito menor en la administración de Trump, que tuvo disputas con gran parte de su equipo original. Pompeo, quien primero fue director de la CIA, ha sido la inusual autoridad de Trump en mantenerse consistentemente en buenos términos, defendiendo lealmente cada decisión de su caprichoso jefe tanto frente a las cámaras como ante sus alarmados aliados, e incluso después de defender otros enfoques en privado. Aunque ocasionalmente se muestra cortante con los periodistas, el exsoldado y abogado de 55 años posee una autoconfianza intelectual que lo ha mantenido al frente y que lo ha ayudado a construir su propio capital político en momentos en que la administración de Trump está girando su política exterior hacia la derecha.