¿Triple Infamia? 13 de abril de 1865

Este Zinni, entre muchos otros protagonismos, fue un importante historiador, y el fundador del Colegio Argentino en Corrientes. Su colección de periódicos locales, a su muerte, por compra, recaló en el Museo de la Plata; y por esa causa se conserva allí en interesantes condiciones. Lo mismo sucede con la colección de periódicos correntinos que alberga el Museo Mitre, y fueron una fuente principal en los trabajos del historiador Wenceslao Néstor Domínguez. Por el contrario, en nuestro medio, momentos álgidos, como la Guerra del Paraguay, se echan en falta, o están en condiciones deplorables por el modo como se han llevado a cabo las consultas. El Independiente pudiera haber desaparecido, porque después de la guerra, hubo quien, comprensiblemente, no deseaba ver su nombre asociado a la tacha de traidor, sambenito encapillado a todos los paraguayistas. En ese sentido, en 1986 hubo en nuestra ciudad un Congreso en homenaje a Domínguez, y una de las expositoras fue una historiadora con capacidades motrices diferentes que presentó un trabajo sobre los periódicos correntinos del Museo de la Plata, y señaló que había ejemplares a los que, aparentemente, con una tijerita de uñas, les habían recortado los nombres comprometedores.

Con respecto a La Esperanza, que fue el periódico mitrista que tomó la posta cuando los paraguayos se retiraron de Corrientes, llevándose la imprenta del Independiente, su mal estado es producto del interés por el conflicto que se dio - aproximadamente -, con el nuevo siglo, y que antes de que tuviera comienzo el actual proceso de digitalización de los documentos, llegó a deteriorarlo de modo poco menos que irremediable. Por cierto que resta hacer lo mismo que con El Independiente, y pesquisarlo en otros repositorios...y que haya suerte. En fin, como decía, la declaración de guerra lopizta es, si se quiere, hasta ofensiva, porque no sólo se basa en argumentos especiosos que no resisten mayor análisis, respecto del derecho "inocente" que hubiera asistido al Paraguay para penetrar en territorio argentino en demanda de maniobrar contra el Imperio del Brasil, sino que agrede de diversas formas la soberanía nacional, pretendiendo imponer cómo debería haber el país manejado su política exterior y emitiendo juicios lapidarios al respecto, que realmente, tanto hoy como ayer, ningún argentino podría leer sin sonrojarse. La declaración de guerra la dirige el Ministerio de Estado de Relaciones Exteriores paraguayo, con la firma de José Berges, a su homónimo argentino en el Departamento de Relaciones Exteriores de la República Argentina, Rufino de Elizalde. Cabe recordar que Berges, un diplomático brillante, terminó siendo una de las tantas víctimas de Solano López, quien en su momento lo hizo fusilar junto con el Obispo de Asunción y un cuñado suyo. Muy pocos de los colaboradores más cercanos del déspota lograron sobrevivir a esa manía suya de ver traiciones y espías hasta en su sombra.

- Pero sobre aquel 13 de abril, la discusión gira respecto a si fue "traicionero" o no, el ataque paraguayo a Corrientes. Que fue un ataque por sorpresa, es indiscutible. Los paraguayos cayeron sobre el puerto intempestiva

mente, a sangre y fuego. Que no fue algo "traicionero", porque la declaración de guerra es anterior...reitero que hay que fijarse en los hechos y no en las palabras, y el atacar de ese modo, tratando de no dar el menor aviso, va a ser una característica permanente de las operaciones paraguayas durante el conflicto, operaciones que, recordemos, eran todas ellas planificadas por el propio López desde su seguro refugio en Humaitá. Podemos preguntarnos entonces: ¿A santo de qué López iba a arriesgar su primer gran golpe contra la Argentina guardando todas las formalidades que en la época rodeaban a las declaraciones de guerra? Contra el Brasil ya había actuado por sorpresa, porque en vez de marchar de inmediato en apoyo del Uruguay, al que decía defender, cayó de buenas a primeras sobre Matto Grosso. Y tan así que el gobernador de esa provincia, que navegaba a tomar el mando, fue capturado con su buque y todo, poco después de haber zarpado de Asunción. Y ese barco apresado, el Marqués de Olinda, fue precisamente uno de los que los paraguayos emplearon en su ataque a Corrientes. Yo diría que guardar las formas, no era precisamente el fuerte del dictador.

Otra reflexión que extraje de la lectura de la Declaración paraguaya, es que es el mismo López, quien en aquellos años se adelantó, personificando a su enemigo en una figura, en este caso la de Mitre, con una percepción que se mostraría errónea del modo como se estaba dando el proceso de organización y unidad nacional. López proclamó que sus fuerzas van a defender a los argentinos de Mitre y los porteños. En su momento, los aliados arguyeron que su enemigo era sólo López y no el pueblo paraguayo. Una receta remanida, que hasta será aplicada en las guerras mundiales. Y de aquí se desprenden varias cuestiones. En principio, que para entender el interés personal de Mitre en la cuestión uruguaya, hay que recordar que él fue uno de los defensores de "La Troya del Plata", la Montevideo sitiada en época de Rosas; que allí hizo sus primeras armas y adquirió fama de arrojado y valiente; y que en esa tesitura forjó amistades de esas que sólo unen a los hom

bres que se juegan la vida bajo la misma bandera. Algunos de esos amigos fueron de los principales soldados del viejo ejército de línea, como Paunero y Rivas, por ejemplo. Por otra parte, como nos dijo Methol Ferré cuando yo cursaba la Licenciatura en Posadas: "Yo soy un oriental argentino, y ustedes son argentinos orientales", y esa percepción de que somos una sola cosa y lo mismo, tiene que haber sido mucho más fuerte en aquella época. Y con los correntinos, López se equivocó fiero. Hernán Gómez, en "Los últimos 60 años de democracia y gobierno...", cuenta la impresión que como "un rayo de luz" produjo "la mosada de los regimientos porteños", y el impacto que tuvo la personalidad de Mitre, que por cierto, ejerció influencia decisiva sobre la política correntina a posteriori.

Lo curioso -y vuelvo sobre quién es el que escribe la Historia-, es que actualmente, el malo de la película es Mitre (yo no abro juicio). Los brasileños fueron los que arrasaron Paraguay y saquearon Asunción hasta las últimas consecuencias (el hermano de Mitre, Emilio, no permitió a los argentinos penetrar en la ciudad, y los obligó a vivaquear a unos quilómetros, para no manchar nuestra bandera, como le escribió a Caxias), pero los brasileños son más queridos que nosotros, y mientras casi todos los que ahora escriben la Historia maldicen a Mitre, nunca escuché mayormente palabra alguna contra el Emperador. Tal vez sea que también estaba demasiado lejos. Uno en Humaitá, otro en Río, quizá la distancia preserva. Lamentablemente, se acabó sobradamente el espacio y todavía tengo cosas para decir. Quizás ello amerite una próxima nota.