¿2018 Verde? ¡2019 Celeste!

Sin duda este año que se va, será recordado como el año en que el país vivió un punto de inflexión, pasado el cual se establece un nuevo rumbo, se tuerce de algún modo lo que se tenía planeado y aparecen nuevas contradicciones. En lo que se suponía sería un derrotero sin sobresaltos, como si tuviéramos algún destino asignado a nuestro país, pero que nunca llegaremos a cumplir. Será recordado también por la intensidad con se vivió y se vive diariamente, casi diríamos con una violencia solapada, una de esas nuevas contradicciones: el aborto, traída paradójicamente, por quien debería llevar la voz de la concordia y la justicia a la sociedad argentina, aquel que llegó a su puesto tratando de recomponer la llamada grieta. El presidente Mauricio Macri, este año, en la mitad de su mandato, al dar su discurso en el inicio de las sesiones ordinarias del Poder Legislativo, y tomando una iniciativa que nunca había explicitado en su campaña, expresó: "Como dije más de una vez, estoy a favor de la vida, pero también estoy a favor de los debates maduros y responsables, que como argentinos tenemos que darnos". Ya sea por razones que sean, lo cierto es que, en el Gobierno anterior - y el anterior, y el anterior - este tema nunca había sobrepasado la presentación de los proyectos y nunca había sido habilitada la discusión parlamentaria, ni siquiera en comisión. De allí en más podríamos decir que se desarrolló toda una trama que nos dejaron ciertas certezas y ciertos interrogantes, en quienes vemos con preocupación los signos de nuestra sociedad. Estas certezas e interrogantes se podrían resumir en unas cuantas afirmaciones de las que quisiéramos dejar constancia en este resumen del año: * El debate mismo es un sinsentido: no puede debatirse algo que es intrínsecamente malo, la eliminación de un niño inocente, en su etapa gestacional - no importa si es la semana 8, 12 o 22 - es eso, es algo malo por sí mismo, no hay diferencia en esto si es legal o clandestino, o por las diferentes razones, no importa si su padre es un violador o un jovencito, si la madre es rica o pobre. Lo que debería debatirse es cómo evitarlo, estableciendo políticas públicas que preserven la vida y la salud y la dignidad de la mujer. * Quienes estuvieron a favor del aborto contaron con el apoyo de los medios de comunicación masivos, que durante meses le dieron espacio preferencial, mientras que a los que defienden la vida se los acallaba con panelistas y periodistas con posturas escandalosamente proaborto, que sin embargo se declaraban neutrales. * Nunca se aceptó la realidad biológica de lo que es la vida humana, excusándose en que no hay consenso científico sobre el tema, cuando nuestra Academia Nacional de Medicina, ha realizado al menos cuatro declaraciones en los últimos años. * Tampoco quisieron mostrar la realidad de un aborto, descalificando cuando se intentaba mostrar imágenes reales de abortos, con la excusa de la sensibilidad del espectador o de quienes pasaron por esa experiencia (que no lo quieren llamar trauma), ya que un crimen como el aborto difícilmente pueda aceptarse si previamente no se deshumaniza al embrión y se empuja a la mujer a aceptar realizarlo por presiones, sin verdadera libertad.

* La discusión parlamentaria, antes de la elaboración de dictamen de comisión en Cámara de Diputados, y luego en la de Senadores, estuvo signada por la movilización durante meses en que de un lado se vieron además de figuras mediáticas, periodistas, actrices, políticos de izquierda, personas que en su mayoría ya eran militantes por el aborto desde hace años. Por ejemplo, el llamado movimiento de mujeres que se autoadjudicó el mérito de instalar el proyecto y su consecuente debate. Sus argumentos: "Es necesario", es un "derecho", los "países desarrollados lo tienen", es "una deuda de la democracia", las "mujeres lo hacen" y el tan remanido "es mi cuerpo". Por el otro lado, la movilización estuvo conformada por familias, médicos, abogados, juristas, profesores de derecho, filósofos, y curiosamente, por mujeres pobres y sacerdotes que trabajan en las villas, que ven como el hijo, no es un estorbo sino un tesoro, a veces el único que una familia pobre tiene. ¿Sus argumentos?: "Hay otros caminos", es un "fracaso de la sociedad, dejar sola a la mujer", es "un individuo de la especie humana", es "persona", la "ley argentina lo protege", no es "derecho matar a alguien", etcétera. Todos ellos de carácter objetivo, científico, de sentido común, e igualmente desoídos, al menos en Diputados. * El Gobierno que se había declarado "neutral" y que dejaba la libertad a sus legisladores y habilitaba un "debate" serio actuó como si le fuera la vida o mejor dicho, las próximas elecciones en ello: mandó a su propio Ministro de Salud a dejar en claro que sí quería que se aprobara, como quedó patente en sus intervenciones. ¿Qué razones tuvo en realidad este Gobierno para hacerlo, cuando en sus propias filas no hay uniformidad de posturas respecto al aborto? ¿Son suficientes las razones esgrimidas, o simplemente responden a intereses que la mayoría de la ciudadanía, mucho de los cuales desconoce? ¿Cuál era o sigue siendo la estrategia? Lo cierto es que en agosto en el Senado #NofueLey, sin embargo, inmediatamente - en realidad desde que el "poroteo" les daba negativo a sus planes y preguntaban a los expositores sobre las posibles soluciones, el Gobierno, junto a quienes estuvieron a favor del aborto en este derrotero, reinició - con una fuerza que no pone en ninguna otra -, al menos tres políticas públicas: la ESI, los protocolos de aborto y la llamada "perspectiva de género" en todas las acciones que involucran a los distintos niveles y jurisdicciones gubernamentales. Un ejemplo de esto es la llamada "Ley Micaela", que sancionada hace pocos días, da por tierra el derecho a disentir y elimina de un plumazo la libertad de conciencia. De ahí que las últimas leyes y/o reglamentos que se aprobaron a este respecto estén imbuidas de toda esta verdadera "ideología de género" que convierte a las sociedades en verdaderos campos de batalla cultural en sus últimas fases.

Cada una de estas tres políticas que se están impulsando hoy en nuestro país tienen su impronta relativa a lograr que la vida del no nacido sea aún más vulnerable de lo que ya es hoy, y que la vida familiar sea aún más difícil ya por todo lo que la misma posmodernidad nos trae. Estas acciones están dirigidas, esencialmente, a que cada argentino dude y reniegue de lo que hasta ahora sabíamos, como sabía la humanidad toda, desde tiempos inmemoriales y hasta hace unas pocas décadas atrás: que nacemos hombre y mujer, y que complementarios y diferentes somos capaces de alcanzar la felicidad sencilla pero indeleble de un hogar bendecido con hijos, en plenitud; que si matamos a los niños nos extinguimos, que los poderosos nunca van a querer nuestro bien, que la vida humana - su potencia avasalladora - es nuestro principal recurso para un país próspero, en paz; que la mayoría de los argentinos creemos en Dios, en su providencia y en su bondad, y que no podemos dejarnos vencer en esta lucha. Así que hoy, que escribo esto, 28 de diciembre de 2018, día de los Santos Inocentes, podemos decir que 2019 será el punto de inflexión que definitivamente cambiará el rumbo de nuestro país. ¿Dejaremos que este momento de cambio profundo, de raíz, nos deje indiferentes? O... tomaremos la situación como la oportunidad de salir definitivamente de la decadencia en la que nos han puesto y en la que hemos colaborado inconscientemente con la ignorancia y la comodidad. ¡¡De usted, de cada uno de nosotros, dependerá que 2019 sea un año que se recordará por cómo se defendió la vida!!