Todos tras una misma pasión
La isla de Krestovsky es un lugar paradisíaco, al menos en verano, y seguramente tendrá su encanto en invierno, pero en la tarde noche de San Petersburgo se tiñó de celeste y blanco por la multitudinaria marea de hinchas que se acercaron para alentar y empujar a la Selección argentina a la victoria frente a Nigeria.

--- "Vamos, vamos Selección, hoy vinimos a alentar. Para ser campeón, hoy hay que ganar", fue el cántico preferido por los hinchas en todo el trayecto hasta el estadio del Zenit, en donde juegan varios futbolistas argentinos, entre ellos Sebastián Driussi y Matías Kranevitter, dos ex River. La "Ciudad de los zares", como se la conoce a este bello territorio ruso, se vio convulsionada por la llegada de los argentinos, quienes apoyaron a los dirigidos por Jorge Sampaoli con un banderazo frente al hotel en que se alojaron. Pero además los fanáticos albicelestes recorrieron las calles, los canales y hasta los lugares más emblemáticos de San Petersburgo -o Leningrado, como también se la conoció a esta ciudad en tiempos de la ex Unión Soviética- y siempre luciendo la camiseta albiceleste. El nombre de Messi estuvo en los canales del río Neva, en el Museo del Museo Hermitage, en las principales calles y hasta en alguna zona más histórica de una ciudad tan increíble como es San Petersburgo. "Vamos, vamos, Argentina...", fue uno de los cánticos más entonados por los hinchas argentinos que llegaron en su gran mayoría a través del metro (subte) y bajaron en la estación Novokrestovskaya, pegada al estadio. El público también ovacionó a Diego Maradona cuando lo mostraron por las pantallas gigantes del impresionante estadio a orillas de los ríos Srédnyaya Nevka, Málaya Nevka y Krestovka, afluentes todos ellos del río Nevá. Incluso cuando Sergio Goycochea, como "Legend FIFA", arengó a la multitud, los hinchas lo vitorearon y por el contrario silbaron a Daniel Amokachi, el ex delantero nigeriano que le hizo un gol a Argentina en el Mundial de Estados Unidos 94 y quien repitió la misma tónica con sus coterráneos.
De la agonía al éxtasis El partido fue un tobogán de emociones para la multitudinaria hinchada argentina, porque la tranquilidad por el gol tempranero de Messi contrastó la bronca y la protesta por el penal sancionado contra Mascherano. Pero en el momento donde más perdida estaba Argentina fue donde más apareció la gente, para dar el grito de apoyo en vez del de reprobación, como ocurrió en el banderazo en la concentración de San Petersburgo en el día previo al partido. El éxtasis llegó con el tanto de Rojo, con los grandes y chicos fundidos en un abrazo, con lágrimas en los ojos, pensando en todo lo que dejaron de lado por estar acompañando a la Selección en esta travesía por Rusia. Media hora tardaron los agentes de seguridad en retirar a los hinchas argentinos que no se movían de las tribunas tratando de inmortalizar ese momento, el primero de felicidad desde que empezó este camino en el Mundial 2018. Ahora, la marea albiceleste se movilizará a Kazán, cuando estuvo a tres minutos de hacer las valijas de volverse con una nueva frustración.
La Venecia rusa San Petersburgo, la ciudad que albergó en este comienzo de semana la ilusión del seleccionado argentino y su multitudinaria masa de compatriotas que lo siguieron hasta aquí soñando con la clasificación a los octavos de final de la Copa del Mundo, tiene en este comienzo del verano días de 21 horas y las denominadas "noches blancas" de apenas tres, lo que hace que millares de visitantes se vuelquen a los canales de esta "Venecia rusa" y admiren desde el agua su arquitectura milenaria. Esta ciudad fundada por el zar Pedro el Grande en 1703, fue la capital del país hasta 1918, cuando esa responsabilidad recayó en Moscú. Los argentinos, con el imán del fútbol llegaron hasta aquí multitudinariamente como quizá no se observó para los dos compromisos anteriores ante Islandia y Croacia, en Moscú y Nizhny Novgorod, respectivamente, no solo para emocionarse con Lionel Messi y compañía, sino también para conmoverse ante el sortilegio de una ciudad maravillosa.