La agónica clasificación desató el festejo en la Costanera
Fue un océano de emociones lo que se vivió en la tarde de ayer en el país. Ese mar de sensaciones también se sintió en Corrientes y en uno de los puntos tradicionales de las pantallas gigantes. Debajo del puente General Belgrano, más de 300 personas se citaron a seguir las alternativas del encuentro. La soberbia asistencia de Ever Banega, que culminó con el gol tempranero de Lionel Messi, hizo navegar a la gente en las aguas de la tranquilidad en la primera parte.

Esto, sumado al buen funcionamiento colectivo del equipo en la etapa inicial, permitió que la gente disfrute con las dosis de buen juego. Mucho color, banderas celeste y blanca agitándose de lado a lado y el frío que cesó en parte, producto de la aparición del sol al horario de la siesta. La segunda parte trajo el acumulado de sensaciones más intensas. Un penal en contra de Argentina en el amanecer del complemento abrió el interrogante. La infracción fue sancionada tras la verificación de la tecnología, ante una supuesta falta de Javier Mascherano. Todo esto despertó el disgusto de la gente. La desesperación aumentó cuando Nigeria marcó el empate por esa vía, por intermedio de Víctor Moses, quien dejó sin chances al arquero debutante Franco Armani. La paridad marcó la incertidumbre en el juego ante los presentes que siguieron cantando. Cada aproximación del equipo se vivía con tensión, en el intento de empujar para que consiguiera el gol de la clasificación para pasar a la próxima ronda. El ingreso de Cristian Pavón levantó a los presentes, encendidos nuevamente por la presencia del jugador del fútbol local en el campo de juego. Los lamentos seguían por las chances dilapidadas, como una clara que tuvo Gonzalo Higuaín en sus pies y terminó elevando el remate, rememorando viejos fantasmas de competiciones anteriores. Pero en esta película de suspenso todo se volvió un cuento de fantasía: Gabriel Mercado avanzó por la derecha cerca del final y un hombre suplicó "centro a la olla". Esto funcionó como presagio del buen envío del lateral del Sevilla, que posibilitó la aparición de un jugador que remató a la carrera, desatando el grito eufórico de todos los que estaban allí. Abrazos entre amigos y desconocidos, cosas que genera el deporte más popular en nuestro país y su efecto reconfortante. La repetición enfocaba a Marcos Rojo, uno de los tres defensores que quedaban en cancha, como el elegido para señalar el desbalance en el marcador. El jugador surgido en Estudiantes de la Plata, elegido por Alejandro Sabella para custodiar el lateral izquierdo en Brasil 2014, fue el héroe que posibilitó el festejo de Messi, quien se subió a sus hombros en una imagen memorable que nadie olvidará en mucho tiempo.

Emociones
En el principio, en la atmósfera se sentía la tensión. Los nervios, la ansiedad y la incertidumbre de los cientos de correntinos eran tan intensos como tal vez los que se vivían en San Petersburgo. Después del primer gol se descargó parte de la rigidez del inicio con un grito de gol tan fuerte como sentido. En el segundo tiempo hubo momentos de desazón, desesperanza y hasta resignación con el penal en contra. Sin embargo, casi pisando el minuto noventa, la pelota tocó la red. A partir de ese momento todo fue fiesta y, cuando el árbitro marcó el final, niños, mujeres y hombres de todas las edades se fundieron en abrazos. La ilusión está intacta y el sábado nuevamente todos estarán repitiendo la cábala debajo del puente compartiendo el sentimiento nacional.