Los "extraños", Argentina y la Historia de Corrientes

Días atrás, un colega nos mensajeaba con ese recurso tan instantáneo que es el Whatsapp, reflexionando sobre el tema gigante, trágico si se quiere, de los migrantes legales, no legales, más o menos legales o ilegales y la saturación de nuestros servicios públicos que se les achaca, sean hospitales, escuelas o mba’ e añá. Recordaba también un trabajo publicado junto a uno de nosotros, sobre la visión del migrante, el "extraño", el extranjero, que plasma uno de nuestros grandes cuentistas, Velmiro Ayala Gauna, que en uno de sus cuentos pone al celebérrimo comisario de Capibara Cué, don Frutos Gómez, en el predicamento de resolver un asesinato al parecer perpetrado por un foráneo y al separar a los nacionales de los "extranjeros", el cabo que lo secunda, con su lenguaje campiloncho le dice a uno que se mixtura entre los gringos: "no te quedrás dar corte Ufemio, vo’ so paraguayo como yo...estranjeros son los de las Uropas". Más claro echarle agua. No hablemos de los bolivianos, con aquellas Republiquetas que batallaron las jornadas más sangrientas de las luchas por la emancipación. Nuestra emancipación. Y no hace falta evocar a Padilla ni a su mujer Juana o a tantos otros patriotas que se jugaron, y dejaron, el cuero en la patriada. Basta recordar las cabezas de nuestros vencidos, tantas veces jalonando los caminos clavadas en estacones por los godos. Es que allá, en el lejano Norte, se batieron y dieron la vida los primeros revolucionarios y entre 1809-1815 de La Paz a Sipe Sipe, como recuerda Poli Gonzalvo, "Murillo, Padilla, Cueto, Warnes, Esquivel, Muñecas, Rojas, Camargo murieron combatiendo" y "Lanza, Azurduy, Arenales, Méndez, Uriondo, Zárate, vivieron combatiendo" ...por la libertad, nuestra libertad, al frente de miríadas de collas de caras chatas y pieles de cobre, antepasados heroicos, mártires, de esos a los que ahora hay quien quiere ponerles peros para compartir los hospitales, las escuelas... los trabajos.

Ni quitamos ni ponemos rey, pero queremos pensarlo bien, antes de pronunciar una sola palabra... en contra, porque a favor creemos que sobran los discursos... está la Historia y en especial porque intuimos que ni son tantos, ni es tanto lo que compartimos con ellos. Y en eso de compartir los argentinos tenemos para reivindicar orgullosamente un pasado de grandeza. Los correntinos en especial pueden alzar la frente para proclamar que la lección de su propia Historia es no sólo indubitable sino heroica. Recordemos solamente dos momentos: a fines de este mes de marzo, el 31, se cumplirá un nuevo aniversario de aquella luctuosa jornada de Pago Largo, en la que tantos correntinos perdieron la vida malamente, degollados después de la derrota. Cosa de dos años más tarde tuvo lugar la revancha y en Caá Guazú el ejército de Corrientes, en batalla, aniquiló o poco menos a los entrerrianos. Pero decimos bien, "en batalla", a la victoria no siguió una degollina generalizada ni nada que se pareciera. Los prisioneros fueron conducidos a Corrientes y el trato que recibieron fue tal que incluso alguno de ellos terminó matrimoniándose con una correntina. Otro ejemplo, que ya tratamos in extenso en 2015: Todavía no termina la guerra del Paraguay y el coronel Santiago Baibiene, un veterano que acaba de colgar el sable, sanciona un decreto "...para auxiliar y proteger a las familias emigradas del Paraguay..."

porque "...Teniendo conocimiento el gobierno de que una numerosa inmigración de gente menesterosa afluye del Paraguay a los departamentos de la provincia, situados sobre el Alto Paraná y penetrado de que una tarea política y la humanidad misma exigen a la postre la posible protección a los que vienen a esta provincia a participar de los beneficios de su natural riqueza, al amparo de sus instituciones...". Baibiene crea comisiones de socorro en la capital y en las localidades ribereñas hacia las cuales afluyen los desdichados que huyen, para "...auxiliar y protejer (sic) a las familias emigradas del Paraguay"... "Proveer a los... que lo necesiten del vestido indispensable, y ...una ración de carne diaria..., mientras se les dá colaboración y trabajo con que puedan atender a sus primeras necesidades". También pauta que se debe procurarles "colocación y subvenir a los gastos..., para el transporte de los que deseen buscar ocupación en otros Departamentos...", que debe delimitarse "un terreno de propiedad pública" para quienes "quieran dedicarse a la labranza", suministrándoles instrumentos y útiles. Incluso un artículo está dedicado especialmente al proceder con los niños y textualmente decreta que "las comisiones designadas se esforzarán, sin violentar a los padres, porque los niños sean colocados en casa de familias acomodadas, que se comprometan a educarlos y hacerlos asistir a las escuelas públicas". Los otros artículos refieren las formas de financiación de las comisiones y las cuestiones de forma. Y bien, dos recordatorios históricos del proceder de los correntinos con los que necesitaban socorro y eso mediando guerras. Con el que poco antes fuera un enemigo mortal. Nada que ver con las situaciones que vivimos ahora.
Pero además, al Paraguay nos unen el idioma, las creencias, la cultura... ¡todo! Más cerca imposible.
En fin, nos falta referirnos a los "irmaos". Tal vez cuesta un poco más hablar de partir la manta con ellos, porque en su momento arrasaron nuestras reducciones y una y otra vez, "mamelucos", "imperiales", brasileños, hollaron con los cascos de sus escuadrones el suelo de Corrientes. Durante la colonia y en épocas independientes. Por eso, cuando nos enteramos que, en una de esas, nuestros "cunumíes" no consiguen banco en una escuela de la banda del Uruguay porque los "brasucas" cruzan en masa a estudiar entre nosotros... se nos enciende un poco la vela patriotera y por un segundo (por favor no más que eso), nos olvidamos que somos quienes somos: ¡Argentinos! Y por sobre todo ¡Correntinos!

De otros "extranjeros" ni vale la pena hablar. Los uruguayos, como dijo Methol Ferré, son "orientales argentinos" y los peruanos ...bueno..., son tan o más hijos de San Martín que nosotros. Y de gente de otras latitudes y aún otras lenguas, días atrás anduvieron entrevistando a un doctor Bijou, haitiano o algo así, que es un testimonio viviente de anteayer nomás, de quiénes fuimos, de cómo fuimos y debemos seguir siendo: Tales como para que él se proclame uno de nosotros. Puertas abiertas, mano generosa para compartir lo que tenemos. Poco o mucho. A como dé lugar. Si hay que pulir detalles será cuestión de hacerlo, pero en este instante nos viene a la memoria la frase feliz de Mariano Indalecio Loza cuando fue a inscribir a la hija de su capataz, italiano, en la Escuela Normal de Goya y le dijeron "no hay más bancos doctor" : ¡Póngale una silla entonces! Y un año se sentó en una silla la susodicha, hasta que al siguiente ¡qué remedio quedaba! hubo banco para ella. Y fue maestra y directora de escuela.

Que siempre haya una silla si no tenemos un banco, para compartirla con los que recurren a nosotros. El cedazo cernirá oportunamente a malintencionados y malvivientes, y una política prudente, que proclamamos imprescindible, hará números y establecerá conductas razonables para los que son de lejanas latitudes y no comparten ni tienen interés en compartir y menos adoptar nuestras creencias y nuestra cultura. Pero a nuestros vecinos, a los que vienen de naciones que llamamos "hermanas" reconozcámoslos como tales, "hermanos", como lo hicimos ayer, como debemos hacerlo hoy y mañana, incluso si en algún momento sentimos que nos ofenden o no nos corresponden como creemos que debieran. Que si hay alguna cuenta que saldar, algo que reprocharse, la deuda no sea nuestra. Y con el resto, que así como nuestros constituyentes pensaron en todos los hombres del mundo, reivindiquemos como propias las palabras de Sáenz Peña cuando fuimos el faro de la América española, dejando atrás dudas y miedos, volviendo a hablar en nombre de la Humanidad.
-Nota de la Redacción. Esta es la columna que escribió en colaboración especial para "época" el doctor Carlos María Vargas Gómez. Solo gratitud de nuestra parte a un hombre que ayudó a difundir la rica historia correntina y eligió las páginas de este diario.