"Inspiraciones", un conmovedor cruce de música académica y poesías
Fue una noche distinguida y placentera, donde el escenario del Teatro Oficial "Juan de Vera" permitió disfrutar una obra integral atrapante "propuesta escénica y poético-musical" denominada "Inspiraciones". La idea logró hacer predominar los sonidos y los silencios creando una atmósfera especial centrada en tres exquisitos actores: un pianista, un cantante y un poeta.
-Pierre Samuel Blanchard (pianista francés), virtuoso que en cada interpretación dio el matiz preciso del sentimiento con esplendor fáustico, maestría técnica, calidad artística y profundidad del pensamiento y del conocimiento musical contenidos en los mensajes encerrados en obras de compositores de diversos períodos musicales de la vida cultural: clásicos, románticos, barrocos, impresionistas, entre otros, argentinos y extranjeros.
-Víctor Torres: cantante argentino, dotado de una voz de grato color baritonal con la que con natural inteligencia ha sabido sacar máximo partido. Musicalmente, muy seguro y dueño de una sensibilidad artística que le permitió abordar un gran repertorio, variado en cuanto a escuelas, estilos y caracteres.
-Santiago Kovadloff: conocido filósofo, poeta y ensayista. Las estructuras de sus poesías hicieron experimentar el goce que provoca el gran poema. En sus inspiraciones expresó los sentimientos humanos, haciendo difícil no emocionarse ante las actuaciones que conmovieron por el sentimiento que trasmitían sus asombrosos personajes, tal lo fuera: "Mi casa, esta mujer" que Kovadloff leyó desde el palco "avant scene".
Los soportes, con sus códigos no verbales enriquecieron el desarrollo del espectáculo: las proyecciones visuales jugaron un papel protagónico significativo al igual que la iluminación, marcando escenas, presencias, ritmos, planos en relieve y sensaciones. Ambos soportes estuvieron al servicio de las inspiraciones de manera superlativa.
Todas las creaciones fueron subyugantes logrando que el auditorio se desconecte y celebre los frutos de cada una de las verdades inasequibles a la razón, trasladándose a un mundo real pero que pareció un mundo soñado.
El espectáculo constituyó un permanente cruce de historias, costumbrismos y sentimientos que convirtieron la imaginación en un conocimiento del hombre y de las cosas memorables de la actividad humana.
La particularidad de abstenerse de aplaudir, fue la pauta solicitada, pauta que condujo al disfrute entre ejecución instrumental, vocal y la inspiración poética, en un mágico y misterioso concatenamiento que trasladaba a otros tiempos, a otros lugares, a otras costumbres que son conocidas en la ficción del cine o en la fría noticia de la historia.
Una función de altísimo nivel artístico, donde la integración de las artes produjo el milagro de ver la resurrección de un tiempo ido y de percibir en todo su esplendor la acústica excepcional de nuestro primer coliseo, sin necesidad de echar mano a sofisticaciones electrónicas.