La creciente importancia de los recursos vitales

La globalización no obedece a algún grupo económico, ni producto de asociaciones económicas, sino de la consolidación del capitalismo, que se expande a través de la revolución tecnológica y pautas culturales mundiales, junto al intercambio fluido de información.
Es muy cierto afirmar que Estados Unidos lleva la punta de la revolución tecnológica y que en los tiempos actuales ha compartido sus intereses con países de Europa Occidental, con Japón y con China, siendo este último país, el estado que más ha comprado los bonos o títulos de la deuda externa estadounidense.
Es importante recordar que ha jugado a favor de la globalización la caída del sistema comunista a partir de 1991 y que, sin duda alguna, los intereses norteamericanos han crecido, pese a que en China y en Rusia es relativamente combatido.
En las condiciones actuales, el mundo posee una distribución multipolar del poder, que se organiza con centros de decisión secundaria a través de acuerdos que consolidan los sistemas de dependencia.
Los países centrales monopolizan el poder militar, el poder económico y financiero y el poder político, sumado al manejo de la información y la producción de tecnología.
En el otro extremo aparecen los países periféricos; es decir, países de menor relevancia internacional y con muy escasa participación en las relaciones de poder, asociados a esquemas de pobreza y de producción de materias primas. Asimismo, se destacan por el bajo nivel de vida, por el analfabetismo importante y por la presencia de una población joven, favorecida fuertemente por tasas altas de natalidad y de mortalidad.
En una situación intermedia aparecen los países que se encuentran en status de resistencia, como China, Rusia, Brasil, India e Irán, que se caracterizan por un mayor crecimiento pero conservando rasgos de subdesarrollo.
En esta división internacional, los grandes bloques económicos como el NAFTA, la Unión Europea, la Asociación de los Tigres Asiáticos con Japón y el MERCOSUR, este último en América del Sur conforman marcos de fragmentación, cada uno priorizando objetivos que van desde la consolidación de la moneda común a la integración de países en calidad de socios.
Es muy importante agregar, que el MERCOSUR si bien es un bloque económico que avanza lentamente en el proceso de integración de sus países, en la práctica le falta la homogeneización de políticas y unificación de sistemas jurídicos nacionales, que implica en otros aspectos de la transferencia de autonomías nacionales a los órganos de control común.

La estabilidad de los países centrales del mundo, se ve acompañado por la práctica de una democracia ininterrumpida, por la presencia de poderosas empresas y bancos transnacionales, por el alto nivel de vida, por el ingreso per cápita superior a los US$ 50.000 anuales por habitante, por la población que día a día mejora su calidad de vida, por una educación integrada a la tecnología, por las bajas tasas de natalidad y de baja mortalidad, entre otros aspectos.
En otro orden de análisis pero de importancia creciente, la necesidad de recursos vitales o claves forma parte de la agenda de todos los países, fundamentalmente en aquellos donde el agua cobra un singular interés, ya sea, por su carácter finito o por la enorme dependencia por ser utilizada como parte de los procesos productivos o para garantizar un buen nivel de vida a su población.
A nivel mundial está comprobado que si bien la existencia de agua dulce se reduce al 2,6% del 70% integrado por Océanos y mares, es menester destacar, que los espejos de agua se han reducido considerablemente o bien han desaparecido como el lago Poopó en Bolivia, dejando un paisaje devastado por la sequedad y por el agotamiento in situ.
También se puede destacar, que día a día la población del mundo aumenta, especialmente en las regiones de China, Indochina, India, países africanos y en menor medida en países latinoamericanos, coincidiendo en la pobreza, la marginación, la exclusión y por fuertes disputas por el uso del suelo, que a través de movimientos sociales buscan participar del control de espacios públicos o fiscales, especialmente en los países latinoamericanos.
La gran destrucción de la naturaleza y los escenarios de contaminación ambiental son rasgos distintivos de la falta de respeto al medio y de las formas de vida alteradas y modificadas, no respetadas en innumerables ocasiones por el avance de la deforestación, de los monocultivos, de la explotación pesquera irracional, por la contaminación de aguas con cianuro en la continua búsqueda de minerales preciosos en las montañas, por la contaminación de ríos y de lagos, por la transformación continua de espacios rurales, que lentamente incorporan adelantos tecnológicos y de paquetes de producción agrícola.
Asimismo, mientras el agua aumenta su costo en los diferentes países del mundo, el suelo fértil, la presencia de bosques vírgenes o puros, la existencia es espacios no colonizados, las especies vegetales y de animales únicas o bien ecosistemas terrestres y marinos consolidados, genera una atención especial, asumiendo esas regiones un papel importante, avanzando paralelamente las necesidades humanas producto del cambio permanente del hombre y de las sociedades protagonistas de los cambios.
Entonces, ¿Cómo nos damos cuenta que vivimos en un mundo globalizado?
Una primera aproximación es la resultante de la combinación de estilos de vida, en los que se percibe las formas tradicionales de organización humana y las organizaciones actuales estructuradas a partir de la nueva tecnología y modos de vida, favorecido por la accesibilidad a los nuevos medios de información y por el consumo de formas de vida globales.
El intenso bombardeo de información, la vida agitada de las grandes urbes, la moda con sus estilos recurrentes, las formas de concentración del capital, los nuevos diseños de automóviles apoyados en nuevos software, los nuevos valores que en parte son disvalores, la construcción de edificios únicos y majestuosos por su altura y tecnología, la tecnología móvil, etc. se yuxtapone a las formas tradicionales de vida, apoyadas en la tranquilidad, en el equilibrio emocional, en valores humanos genuinos propios del hombre pre moderno y en el respeto hacia otros seres humanos considerados similares, y no como elementos de trabajo del mundo actual.
(*) Presidente de la Junta de Geografía de Corrientes