Derecho a trabajar

Si esto fuese cierto, entonces la doble indemnización debería mantener o mejorar los niveles de empleo. Pero la realidad es que no hay ninguna prueba de que leyes de este tipo hayan colaborado en esta dirección. Ni siquiera el máximo organismo que defiende a los trabajadores, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo propone para situaciones de crisis económica.
Por otra parte, esta idea sobre "los empresarios" pareciera hablar de los grandes conglomerados de empresas. Sin embargo, en nuestro país, el 96% de las empresas son pequeñas y medianas (PYME) y son quienes generan el 45% del empleo, según datos de la consultora Abeceb. En general, las PYME son las que tienen menor estructura y margen de maniobra ante la suba en costos, por lo cual lejos de estar castigando a los grandes, se estará cortando el hilo por lo más delgado.
Supongamos que una PYME de 10 empleados se ve duramente castigada por la crisis y debe reducir su estructura de personal a la mitad. Si no tiene margen para hacer frente a la doble indemnización de los 5 que debería despedir, entonces ¿deberá cerrar sus puertas, dejar a 10 trabajadores sin empleo y pedir la quiebra?
Hace mucho que un gran sector de nuestra sociedad tiene un discurso que es al menos contradictorio. Por un lado dicen defender a los trabajadores y la creación de más puestos de trabajo, mientras que, al mismo tiempo, atacan a quienes generan empleo en el país. Para ellos no hay nada peor que ser empresario aun cuando son justamente estos seres vistos como sin alma quienes generan empleo.
Un empresario es alguien que emprende, que arriesga y genera fuente de trabajo creando valor para la sociedad. Por supuesto que así como hay maestros, médicos o abogados buenos y malos, también los hay en el mundo de los empresarios y emprendedores. Alguien que forma una pequeña empresa o comercio con dos empleados, como aquel que lo hace con muchos más, debería ser más valorado si realmente lo que buscamos es que se generen empleos en el país. Apoyar al que apuesta y se arriesga por construir un negocio, dentro de las normas que establece la Ley y respetando los derechos de los trabajadores, es el camino a seguir.
Sobran ejemplos en el mundo de políticas de estímulo para generar empleo que han sido exitosas y es de ellas que debemos aprender para poder aplicarlas en nuestro país, adaptadas a nuestras necesidades actuales. Casos como el Alemán, con su política educativa que desde la escuela secundaria forma alumnos para la inserción laboral, es un claro ejemplo del Estado trabajando junto a los trabajadores y empresarios, no en contra.
No podemos atacar a quienes luego se les pedirá que inviertan para generar empleos. Por supuesto que hay que garantizar los derechos de los trabajadores, pero se debe trabajar también para que se generen puestos, sino tendremos trabajadores con derechos pero sin trabajo.
(*) Licenciado en Economía E. Universidad T. Di Tella.
La educación, antídoto para combatir la drogadicción
Rómulo Nicanor González Vedoya
Especial para época
Uno de los mayores problemas que hoy padece la sociedad de todos los países, en mayor o en menor grado, es el tráfico de droga y la drogadicción. Lo peor es que ya se ha instalado en nuestra provincia, con sus consecuencias indeseables. Podemos afirmar que, en todas partes, se está combatiendo el flagelo, pero su consumo está en auge, porque se pierde tiempo con medidas ineficaces y no se ataca, cuanto antes, en su raíz el problema.
Sin embargo, últimamente, un legislador propicia la inclusión, en la currícula de todos los niveles de la escuela, la prevención del consumo de substancias perjudiciales a la salud. Creo que ese proyecto debe ponerse en ejecución cuanto antes, empero, con el agregado fundamental de que debe comenzarse en el jardín de infantes, porque es en la tierna infancia cuando las emocione fuertes, el trauma de la separación de sus padres y el cariño y las bonanzas del hogar, se graban como, digamos en forma gráfica, a buril, en su corazón, su mente y su espíritu, para toda su vida.
Estimo que dicho proyecto debe ponerse en ejecución cuanto antes, sin pérdida de tiempo, porque es, estoy absolutamente seguro, el único medio capaz de poner coto a dicho flagelo; considero, además, que vale la pena dedicar todas nuestras energías a la solución del problema en cuestión, por las consecuencias conocidas y, otras impredecibles que el mismo puede acarrear.
A tal efecto, debe contarse con maestros jardineros y docentes de todos los niveles, absolutamente imbuídos de su misión e iniciar, sistemáticamente, con decisión y entusiasmo, los logros previstos. El fin de esta lucha tendrá lugar cuando ya no haya más consumidores de drogas.
El 9 de febrero pasado, el suscripto escribió un artículo, en este diario, en el que exponía el problema en cuestión, empero, en ese tiempo, todavía no existía la propuesta del nombrado legislador sobre este tema. En el mismo hablaba de las parábolas que, bien utilizadas, contribuyen a la solución del sistema tratado. Cristo enseñaba con ellas. Si las usamos oportunamente y con argumentos contundentes, daría buenos resultados a cualquier edad, como esto que conté en el artículo de marras. Yo sabía que el hijo de un amigo mío se venía drogando, desde hacía un tiempo. Sin decirle absolutamente nada sobre su adicción, llevé la conversación al tema y le conté, con cierta pena, que el hijo de otro amigo mío, consumió drogas desde los 17 a los 20 años y ahora tiene las células cerebrales afectadas para toda su vida. ¿Quién es ese chico?, me dijo mi interlocutor, realmente interesado; "Si quieres conocerlo, para tu gobierno", le dije, "como al padre lo conozco, hace muchos años, vamos a su casa para que lo veas". Cundo llegamos, pregunté al padre por Luís, así se llama el ex drogadicto. Cuando vino, después de los saludos, le presenté a mi acompañante y nos pusimos a conversar, con una excusa, para la entrevista. Cuando nos retiramos, lo vi a mi amigo visiblemente impresionado, cabizbajo y pensativo. "¿Qué te pareció el ex drogadicto?", le pregunté y me contestó con honda pena: "¡La verdad es que ese chico se ha transformado en una piltrafa humana; su aspecto es el de un opa, su conversación es incoherente!". A continuación me dijo en forma confidencial: "¡Te cuento que también yo hace un tiempo que me drogo; los pormenores de mi adicción, después te voy a contar, pero con lo que acabo de ver te juro que pondré toda mi voluntad, mi decisión es inquebrantable, de que a partir de hoy no consumiré más esa substancia infernal que produce sensaciones agradables que duran poco y el cuerpo te pide más!". Al escucharlo me sentí muy halagado y me felicité por lo que hice a sabiendas.
Finalmente, le pregunté: "¿Tu padre sabe esto?". Creo que no, me contestó. "¡Entonces debes hacerlo!", le contesté con vehemencia.
El caso es que para hacer esto me pidió, en forma especial, el doctor Ramírez, por el hijo de uno de sus amigos dilectos.
Como corolario puedo decir, basado en mi propia experiencia, que las parábolas surten efecto a cualquier edad. En un artículo próximo voy a contar otras anécdotas que dieron resultado y me produjeron gran satisfacción.