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Carlos Bramante

colaboración

REINSERCIÓN SOCIAL

¿Hotel o cárcel?; un desafío para comenzar a combatir la inseguridad

La resocialización está en crisis. Los lugares de detención parecen "colegios" del hampa. Las cárceles autosustentables podrían combatir el peligroso ocio de los reos.

La imagen que mucha gente tiene de las prisiones es la de cómodos alojamientos para sus moradores. Muy diferente a la incomodidad constante que sufren los habitantes por la inseguridad. Y peor aún, aquellos que fueron víctimas y terminan sufriendo el acoso del mismo delincuente o de familias que agreden para defender el cómodo "sostén" económico.

Estamos en un año electoral en el que vamos a elegir Presidente de la Nación y miembros del Congreso. Son los que deben limitar, a través de las normas, los abusos que transformaron a las cárceles en "hoteles" y no en lugares de reinserción social.

Mientras esta problemática no forme parte de la agenda de nuestros políticos, legisladores, jueces y gobernantes, seguirá habiendo víctimas.

En algunos casos visibles por la magnitud de los acontecimientos como sucede en Rosario y en otros "invisibles" porque son aislados y nos olvidamos.

Es así como se convierten en un frío número las vidas perdidas, las personas internadas o los decentes "encarcelados" en sus domicilios.

Si hacemos un ejercicio estadístico de los casos ocurridos, seremos conscientes de que tenemos una "Rosario" en cada uno de nuestros ámbitos.

Más contundente que la sensación anterior son las estadísticas de reincidencia. Las que convirtieron los ingresos de las comisarías en "puertas giratorias" para los delincuentes. La repetición de identidades queda registrada y es información disponible para legisladores comprometidos.

Tampoco quiero que nadie se confunda y, menos aún, me corran con ideologías parcializadas que protegen, con la excusa del desamparo, los derechos de algunos humanos y olvidan los de la mayoría.

No se trata de eliminar la resocialización, sino de mejorarla para un óptimo resultado.

Los establecimientos carcelarios se transformaron en "escuelas" de la delincuencia con graduación incluida.

Dependiendo de la instancia judicial en la que se encuentre el detenido o condenado, las comisarías parecen "la primaria", las unidades para procesados; "la secundaria" y las cárceles; "la universidad".

En el medio están los que se resisten a ser alojados en centros de reclusión y son defendidos por familiares y amigos que gozan de los beneficios de sus fechorías.

Solo miremos las agresiones a las fuerzas de seguridad cuando quieren detener a delincuentes, y Corrientes no es la excepción.

Otros parecieran tomarse unas "vacaciones" con cada detención.

Saben que tendrán alojamiento y un plato de comida pagado con los impuestos de sus víctimas.

Durante ese tiempo se especializarán y saldrán a las calles más "profesionalizados".

Las propuestas de algunos candidatos parecen insuficientes para resolver la problemática.

Una vez más, estaríamos yendo por la banquina de la demagogia si nos detenemos en la precandidata presidencial Patricia Bullrich o el candidato a gobernador en Tucumán, Ricardo Bussi (aliado de otro presidenciable como Javier Milei), y sin olvidar la carencia de propuestas en el oficialismo nacional.

El caso de Bussi me parece el más de grave de todos. Propone habilitar el uso civil de las armas para combatir a los criminales.

Simplemente estaríamos dejando en manos de los habitantes la terrible atribución de la pena de muerte.

Creo que no hay espacio para discutirla por errores que cometeríamos y nos llevarían a una peligrosa espiral de violencia social.

Sí, estoy a favor de condenas más severas y de cumplimiento obligatorio. Sin atenuantes, cuando el reo no manifiesta voluntad de resocialización.

Hoy es evidente que los exámenes para determinar su liberación son ineficientes e ineficaces.

Propongo debatir: reos y cárceles autosustentables.

Convertir a los centros de detención en lugares de producción bajo la regulación de las leyes laborales.

Desde su propio sustento a las necesidades del Estado. Las huertas pueden asistir a comedores y las carpinterías cubrir el déficit de mobiliario escolar. Y no terminaríamos de enumerar ejemplos productivos.

Además, me opongo a la propuesta de portar armas por varias razones. El Estado perdería razón de ser al dar vía libre a las injusticias de la "justicia" por mano propia.

Pero también, por otra razón que periódicamente nos asombra cuando llegan noticias de países desarrollados. En Estados Unidos, los frecuentes tiroteos se convirtieron en la segunda causa de muerte infantil.

La sociedad pide a gritos que sus representantes, tarea voluntariamente aceptada por ellos, dejen de postergar el debate. Por más que lo sean, no resultan creíbles las estadísticas sobre descenso de los hechos delictivos mientras las víctimas admiten no hacer la denuncia porque "no pasa nada".