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Mariano Blanco

Redacción de época

LADO B

Otros tiempos de Selección el de "Pelusa" y el "Cholo"

La historia de la selección argentina de fútbol parece infinita, pero en las últimas décadas llenó de fábulas el libro de oro y recorrió kilómetros para legar a forjar una identidad que el mundo envidia. Y desde la época de blanco y negro viene creando líderes y sumando experiencia, con un clímax marcado a mediados de la década de los ’70.

Y el 10 de la camiseta "albiceleste" siempre fue un punto clave. Diego Maradona eternizó ese número en la espalda y lo persiguió hasta su muerte. Era el 10 de todos, eterno. Vivió otras épocas del seleccionado de vestuarios distintos al que hoy vive Lionel Messi, pero de similar esencia cada vez que salen a la cancha.

A pesar de no tenerlo, Maradona sigue generando anécdotas. Algunas poco conocidas, como la que reflejó Diego Simeone en el libro "Esto (también) es fútbol de Selección" (escrita por Tabares-Bolaños). Los Diegos jugaron juntos en la Selección y en Sevilla y vivieron épocas recordadas en aquellos equipos.

 "En Sevilla compartí una historia muy espectacular con Diego. Fue un domingo de febrero de 1993 cuando jugamos contra Betis por la Liga Española y después viajamos a Buenos Aires para jugar con la Selección, un amistoso con Brasil por los 100 años de AFA, un jueves y empatamos 1-1", contó el "Cholo" en aquel libro.

La primera impresión de aquel relato nos trae al presente con los viajes fuera de agenda que muchos convocados tienen que sacrificar para vestir esa "albiceleste" sagrada.

Pero Simeone redobló la apuesta y siguió contando esta gira increíble: "Teníamos que regresar el viernes para jugar con Logroñes pero hubo un problema, volvimos el sábado y llegamos el domingo a un aeropuerto cerca de Logroño, en un auto alquilado, y fuimos directo a la cancha. Jugamos y volvíamos a viajar. La dirigencia del Sevilla nos hizo desaparecer ese auto y Diego se enojó. Tomamos un taxi, fuimos al mismo aeropuerto y buscamos la conexión Madrid-Buenos Aires; debíamos llegar el lunes para sumarnos al equipo de Basile que iba a jugar ante Dinamarca en Mar del Plata por la copa Artemio Franchi".

Para tomar dimensión de estas semanas y confirmando que Maradona se desvivía por ser el 10 de la Selección, en aquellos amistosos volvía a ser convocado, dos años y medio después de su última vez, en aquel subcampeonato mundial de Italia 1990. Por eso el de Fiorito se mostraba entusiasmado.

Simeone siguió contando: "Llegamos a Argentina y Basile nos comunica que a Mar del Plata íbamos en micro. Era más tranquilo porque a Diego lo volvían loco en los aeropuertos. Íbamos a mitad de camino y se rompe el aire acondicionado en el micro. Diego iba como uno más, yo los miraba a él, a Bati, a Ruggeri, Cani, no podía creer que esos terribles jugadores estén pasando esas cosas y seguían como si nada. Llegamos, jugamos ese miércoles con Dinamarca y le ganamos por penales. Al toque volvimos a salir con Diego porque el domingo enfrentábamos al Bilbao. Cuando entramos a la cancha la gente nos puteaba, la dirigencia nos puso en contra por haber viajado de nuevo. Le ganamos 3-1 al Bilbao y terminamos siendo figura".

Los diegos de Selección y Sevilla jugaron cinco partidos en 14 días. Hoy sería imposible con tantos vuelos y kilómetros en el medio. "Fueron dos viajes ida y vuelta por el Atlántico. Lo viví con Maradona, ya está. No me lo contaron. El más grande hizo esas cosas", cerró el "Cholo".

Fue en febrero de 1993, hace treinta años. Maradona regresaba de aquellos meses oscuros de suspensión por caso de doping: en marzo de 1991, luego de un encuentro por la Serie A entre Nápoli y Bari, dio positivo en el control antidopaje post partido. Fue la despedida del fútbol italiano y de Nápoli. Luego pasaría a jugar a Sevilla, con Carlos Bilardo nuevamente como entrenador.

Por eso Alfio Basile volvía a tenerlo en cuenta y comenzaba a diagramar el objetivo de representar a Argentina en la Copa del Mundo de 1994 en los Estados Unidos. Tenía que ser el regreso culminante para el 10, pero la selección es el principio del fin.

La Selección y Maradona siempre lucharon por estar juntos, por un amor eterno pero con altos intereses entre los dos.

A mediados de 1992, Maradona dejó su estatus divino en Napoli y buscaba serlo en Sevilla. Para escapar de Corrado Ferlaino, presidente del club napolitano, se realizaron negociaciones desesperadas. Sevilla no quería comprarse un problema pero apareció un póker de salvadores: fue cuando Bilardo, Julio Grondona, Sepp Blatter y Silvio Berlusconi aparecen en escena. Los dirigentes de FIFA, Grondona y Blatter, presionaron al Napoli porque necesitaban el regreso de la estrella para el Mundial 1994 desde un punto de vista comercial. Berlusconi, a través de su empresa Mediaset, puso "generosamente" a disposición el dinero que Sevilla usó para sellar a Maradona. Un golpe sensible para sus homólogos del Sur, el gran jefe del AC Milan quiere contribuir a eso.

Sevilla, la Selección, en febrero de 1993. La historia se siguió escribiendo y la conoció todo el mundo. Otros tiempos de Selección.