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Tona Galvaliz

colaboración

DESARROLLO HUMANO

Estrés ¿amigo o enemigo?

Nos sentimos estresados cuando los retos que nos imponemos superan nuestra capacidad para afrontarlos con éxito.

La gestión o manejo del estrés es directamente proporcional al autoconocimiento que posee cada persona y la auto-consciencia de las emociones negativas que las diversas situaciones estresantes le disparan, tanto en lo momentáneo como cuánto tiempo quedan resonando en ellas.

¿Qué es el estrés? Es una respuesta fisiológica del organismo, es el modo en que responde nuestro cuerpo ante un desafío. La "amenaza" se percibe como superior a los recursos con los que uno cuenta.

Nos sentimos estresados cuando las demandas del entorno -laboral, personal, familiar-, las exigencias, los retos que nos imponemos superan nuestra capacidad para afrontarlos con éxito. Provocando inestabilidad emocional, pudiendo ser puntual o duradera en el tiempo, si la situación generadora del estrés permanece.

La respuesta al factor estresante se da a través del sistema nervioso simpático, el sistema que activa la respuesta de huir o luchar.

El estrés puede ser distrés o eutrés, provocando cambios concretos en nuestro organismo.

El distrés es de condiciones negativas, afecta todas nuestras dimensiones, en el cual, en diferentes escenarios estresantes, se dispara la adrenalina para salir del peligro, activándose en el cuerpo el eje hipotalámico pituitario adrenal, haciendo que los músculos se preparen para actuar inmediatamente, activándolos para luchar o huir. Este mecanismo incluso puede ayudarnos a salvar la vida.

Como seres vivos, hemos adquirido de nuestros antepasados la actitud innata de huida o lucha, que a su vez nos ayudó a perpetuar la especie.

En lo cotidiano, el distrés nos permite rendir bajo presión en el trabajo, darlo todo, esforzarnos al máximo para acabar en tiempo récord una tarea y una vez finalizada, volver a nuestro estado emocional normal.

En cambio, el eutrés causa bienestar debido a sus condiciones positivas e infrecuentemente causa malestar entusiasmante, por llamarlo de algún modo. Por ejemplo, sería el estrés que experimenta un atleta cuando está en la línea de salida de una competición deportiva, o cuando se está aprendiendo algo nuevo que nos interesa.

En el eutrés, en circunstancias estresantes, los cambios serian: aumento del ritmo cardíaco, de la velocidad mental, nos pone en alerta, mayor competitividad y luchar por un objetivo, ocasiona una ambición sana y los músculos reciben más combustible para una acción inmediata, mantiene la estimulación, provoca rapidez, fortalece los músculos, agudiza el pensamiento y ayuda a combatir las infecciones. Esto es así porque genera las siguientes sustancias:

Adrenalina y noradrenalina, que nos proporciona vitalidad y energía.

Ésta a su vez genera dopamina, que es la hormona del placer y nos ayuda a enfocarnos en nuestro objetivo.

También genera serotonina, que nos estimula y da confianza para afrontar los desafíos.

Se ponen en marcha los neuropéptidos, que son potentes analgésicos naturales que anulan el estrés negativo o distrés.

¿Qué pasa cuando nuestro cuerpo y nuestra mente no descansan, cuando nos acostumbramos a funcionar con el motor al mil durante tiempo prolongado?

La respuesta es obvia: comenzaremos a sufrir un estrés negativo o distrés.

Cuando sentimos que no podemos hacerle frente a determinada situación, cuando nos sentimos desbordados ante ella y la inmediata consecuencia es un elevadísimo cortisol, el cual nos bloquea, comienza la somatización y los perjuicios en la salud, pudiendo llegar a ser graves.

Algunos síntomas de esta subida de cortisol:

Síntomas psicológicos o emocionales: desconcentración, incapacidad de tomar decisiones, dificultad para actuar, miedos, irritabilidad e ira, falta de memoria, ansiedad, pesimismo, frustración, trastornos emocionales, ansiedad y pánico, desesperanza y desesperación.

Síntomas físicos: agotamiento generalizado, dolores de cabeza, presión en el pecho, temblores, insomnio, disminución de la libido, obesidad, patologías en la piel, dolor de espalda y cervical, trastornos intestinales (reflujos, flatulencias, calambres estomacales, náuseas, diarreas o estreñimiento), aumento repentino de la presión arterial, palpitaciones, dificultad para respirar, entre otros.

Síntomas conductuales: adicciones, impulsividad, alimentación compulsiva, abandono de responsabilidad o aislamiento social.

Y la mayor consecuencia negativa es que se deprime el funcionamiento del sistema inmunológico, predisponiéndonos para el desarrollo de enfermedades incluso crónicas.

Un estado de excitación permanente minará nuestras defensas, acabará con nuestra salud psíquica primero y física después.

Un alto porcentaje de nuestro equilibrio emocional depende de nosotros, la última decisión sobre nuestra vida es exclusivamente nuestra. Pide apoyo profesional en caso de no poder recuperar tu bienestar.

Te mando un beso inmenso TG.