
Junta Histórica de Corrientes
Roca y Corrientes
A estas alturas, creo que comenzar a reflexionar sobre "la grieta", más que una simple coyuntura es una imposición histórica, porque la grieta como tal, existe y ha existido desde siempre, yo diría que desde mucho antes de nuestra pretensión de tener casa propia en 1810, y si bien la prospectiva con sus ingredientes de adivinación corresponde más al terreno de los imponderables que al de cualquier disciplina asentada en lo fáctico, a corto, mediato y también largo plazo, tiene hartas posibilidades de seguir existiendo, porque ya es parte de nuestra idiosincrasia.

Entendida como "modo de ser", nuestra idiosincrasia parece algo bastante sencillo de identificar en base a comparaciones elementales y si se quiere hasta groseras, bastas.
El martes, al amanecer, veía una entrevista al que maneja la moneda en el Perú, que dirige el Banco Central hace como veinte años, y la moraleja del periodista era que la inestabilidad peruana es política y no económica. La economía anda bien. Pensando que "Lula", un izquierdoso que habría sido el que inventó el "Foro de San Pablo", ganó las elecciones y tiene que relevar a un "facho" como Bolsonaro, podríamos decir lo mismo: ya que ninguno de los dos come vidrio y si la economía anduvo bien como pareciera, en eso van a seguir en las mismas.
En cambio nosotros, el país que más antipatía le tiene al "imperio", - de la boca para afuera -, somos (todos los que pueden comprarlos) fieles devotos de los dólares, porque el argentino del color que sea, no confía en su propio gobierno, en su propia moneda, que está sujeta a los que tienen la sartén por el mango, hoy representada por "La maquinita de la felicidad" que en manos de políticos, sindicalistas y malos empresarios, mes a mes, día a día, hora a hora, imprime los billetes que sean necesarios para hacer "las cajas" (eso primerísimo de todo), y después, sólo después, las cantidades que sean necesarias para mantener la pobreza en niveles manejables.
¿Y cómo hacen sus cálculos para echar a andar la maquinita? Hagamos un ejercicio de imaginación y no es muy difícil especular con que todo lo que hacen es apreciar cuánto les hace falta para asegurarse contra un desborde, y esa cantidad es la que imprimen.
Desde luego que siempre está el recurso de fabricar unos cuantos billoncejos más si se hace necesario. Y todo esto, para percibirlo en toda su magnitud, hay que interpretarlo en clave mussoliniana, algo tan incrustado desde hace unos setenta años (1946 dixit) en nuestra "idiosincrasia", con la salvedad de que, cuando hablamos de las "corporaciones", hay que recordar que, entre nous, nos estamos refiriendo a todo aquel que tiene poder para lograr que la maquinita trabaje para él, y a su capacidad de presión para lograrlo, aunque sería tal vez mejor hablar de "capacidad de chantaje", y el chantaje, directamente asociado con el poder disponible per sé o en complicidad con otros, para parar el país.
Las "herramientas" más modernas que disponen esas "corpos", además de las tradicionales de medios complacientes, sujetos abrepuertas, teléfonos amigos, parientes empingorotados, funcionarios venales, parejas o amantes ubicadas en puestos clave, ¡bah¡, toda la telaraña del nepotismo, tienen dos o tres de nuevo cuño que se han revelado potentísimas, formidables: Los "planes", las "ONG" al servicio de "sectores no tradicionales" (y no los enumero para no ser tachado de discriminación), y sobre todo, por encima de todo y más allá de todo, "LA CALLE".
De un modo completamente ahistórico, tengo en la cabeza la idea de que el que descubre las calles y sus intimidantes formas de uso posibles: las "asonadas", los "motines", las "puebladas", los "escraches", los "bloqueos" y demás parafernalia callejera como forma de chantaje político contemporáneo fue Georges Dantón, el gran "repúblico" de 1789.
Desde luego que si nos ponemos a hurgar en el pasado, las turbas manipuladas por un demagogo se remontan, por lo menos, a la antigüedad clásica, pero yo diría que la jornada del 10 de agosto de 1792 que puso fin a la monarquía francesa, con aquella increíble marcha de 40 kilómetros de la canalla parisina hasta el Palacio de Versalles para asaltarlo, asesinar a todos los guardias suizos y retornar en triunfo a París con los reyes prisioneros, es una piedra miliar del populismo.
Cuando el Barón Haussmann arrasó el corazón de París, y, en definitiva, consteló "L’ Etoile" como la maravilla que es, un "efecto colateral" fue que se acabaron las barricadas que tanto poder le dieran a los alzamientos – justos o no - de las masas urbanas, ya que los nuevos bulevares constituían excelentes campos de tiro para los cañones y cómodas pistas para las cargas de la caballería.
Desde luego que, aparte de lo dicho, hay también acuñada toda una semántica del chantaje, al servicio de esa demagogia que reniega del éxito, que abomina del mérito, que abomina de todo aquel y aquello que es algo o alguien por afuera de la "corpo" y que cínicamente usa el poder de presión que logra perpetrar para favorecerla a cara descubierta.
A partir de allí, se han bastardeado vocablos como "inclusión", "solidaridad", "popular", "nacional" y tantos otros, conduciéndonos a un país donde bastante más de la mitad de la población subsiste a costa del esfuerzo del resto, y a pesar de eso está por debajo del índice de pobreza, pero convencida de que es víctima de maquinaciones oscuras, de las cuales, mal que bien la protege esa clase parasitaria que gracias a sus votos vive en Puerto Madero, se desplaza en SUV Premium y aviones particulares, y se mueve por Europa y Estos Unidos como los poriajúes entre los quioscos de La Salada.
En su momento, Joaquín V. González nos habló de "la ley del odio", "esa ley de nuestra historia que nos impide sentir como un solo corazón y es un "elemento morboso" que trabaja en el fondo del alma nacional desde el primer momento de la Revolución de Mayo"º.
Mucho más cerca de nuestro tiempo, Nicholas Shumway, hablando de "La invención de la Argentina", redescubrió la idea para analizar esa singular tendencia nacional a la fragmentación a la división, a partirnos siempre en dos grupos, cada uno de los cuales cifra en la desaparición del otro su promesa de futuro.
La piedra de toque de esa visual es la demonización del contrario y, claro la santificación del propio que es elevado a los altares o poco menos.
Pero ambos, el riojano y el yanqui, perciben a "la grieta", como algo si se quiere horizontal, morenistas versus saavedristas, rosistas - antirosistas, peronistas - antiperonistas, kirchneristas - anti kirchneristas, y todas sus ramificaciones subalternas, como podrían ser los camporistas contra los anticamporistas.
Sin embargo, ¿en qué proporción "la grieta" puede referirse de otro modo? ¿Cómo comparamos la corrupción de la época de Roca, cuyos negociados inmobiliarios Sarmiento apodó "atalivar", porque el testaferro de Roca era su hermano Ataliva con la corrupción inmobiliaria reciente?
Y otro interrogante todavía más candente: ¿cuánto tiempo más se requerirá para que el imaginario colectivo asuma y deseche por indeseable (o no) la imagen bonachona de la corrupción que tiene? ¿Será posible? Porque los historiadores serios, hasta los más enconados contra Roca, admiten que aquella fue una corrupción con desarrollo, por eso mal que mal, tuvo salida con Pellegrini ¿pero qué pasa con la que vimos juzgar ayer nomás?
Sostengo que la substancia de nuestra idiosincrasia es el conservadorismo. La realidad testimonia toda una línea de conducta histórica, de caudillos, que sólo fue capaz de quebrar, justamente, la llamada "Generación del 80", y que se agostó en los sujetos que batallaron la Guerra del Paraguay, cuyas experiencias límite los llevaron a dejar de lado sus prejuicios y resentimientos para sellar "La Grieta" provisoriamente, y moldear ese país que, fugazmente, alcanzó a estar entre las diez naciones más desarrolladas del mundo.
Cerrando, hoy no alcanza el espacio para hablar de Roca y Corrientes, una historia con sus intríngulis, porque en la disputa de los correntinos con el tucumano, entró en juego la territorialidad y Corrientes perdió a lo grande ¿Ganó Roca? ¿Ganó Argentina? Queda para la próxima.

Junta de Historia de Corrientes