
Especial para época
Guayaquil

En el año 2019 me pidieron que mirara y diera una opinión sobre una miniserie emitida por la cadena de televisión abierta colombiana Caracol titulada "Bolívar, una lucha admirable". En total, Caracol lanzó al aire 63 episodios de 60 minutos que habrían sido rodados en diferentes locaciones: en Cartagena, "Villa de Leyva, Monguí, Cali, Popayán, Tunja, Barichara, el Parque Natural Nacional Los Nevados, el Páramo de Oceta y los Llanos Orientales de Colombia.
En mayo de 2018, la producción se trasladó a Toledo, España, y con la ayuda de Galdo Media rodaron algunas escenas en la finca de Lavaderos de Rojas". La serie también se rodó en la frontera entre Venezuela y Colombia. Con un elenco de 98 protagonistas, principalmente colombianos, pero también venezolanos, ecuatorianos, peruanos, mejicanos, cubanos, españoles y chilenos.

Algunas de las actrices ostentaban títulos como reinas de belleza regionales y finalistas en competencias de Miss Universo, algunos actores eran grandes figuras, incluso como escritores y productores. La escenografía fue puesta por todo lo alto, los vestuarios lo mismo, y… en fin… creo que con lo asentado es suficiente para evidenciar que Caracol tiró sobre la bandeja toda la carne del asador.
El papel protagónico sobre el Simón Bolívar maduro fue para un conocido animador y actor venezolano, Luis Gerónimo Abreu. Simón Bolívar joven lo interpretó un actor y cantante venezolano-ecuatoriano, José Ramón Barreto. El rol de José de San Martín fue cubierto por un intérprete sobre el que las fuentes consultadas no brindan precisión alguna ni aportan imagen: Mauricio Mauad.

A esta altura, y dado el título de la nota, creo que ya debe quedar suficientemente claro que mi interés en ese extenso culebrón se recortó al antes y durante la entrevista del 26 y 27 de julio de 1822 entre San Martín y Bolívar en Guayaquil. Por lo tanto, no vi todas las emisiones, sino exclusivamente aquellas relacionadas con el célebre encuentro del que se cumplieron 200 años recientemente.

En aquel momento, entre las reflexiones que extraje de los capítulos vistos, creo que vale puntualizar que el título "Bolívar, una lucha admirable"… rescata la exaltación de la "Campaña Admirable" de 1813 del caraqueño culminaba instaurando la Segunda República, y es la instancia en la que Simón Bolívar se hace otorgar el título de "Libertador". También que se trataba de una serie claramente apologética que, pese a que Guayaquil había sido recientemente incorporada por Bolívar poco menos que manu militari, "desde el vamos… aparece como parte integrante de Colombia".
En materia de anacronismos se habla de "América Latina, un concepto posterior a la época de los Libertadores. También se usa "el vocablo democracia con el sentido actual".
Otro anacronismo es que, paradójicamente, al monarquismo de San Martín se contrapone, como si tal cosa, la presidencia vitalicia ideada por Bolívar. También se rescata el bolivarianismo triunfante que en aquel tiempo histórico hablaba de "mandar desde Quito hasta la Patagonia".

El papel de las mujeres en la vida de San Martín está sobrepreciado. Sin llegar al "furor amatorio" de Bolívar con Pepa Machado, la presunta relación con Rosa Campusano es pintada como la vinculación de un sujeto medroso, enfermizo y más bien hipocondríaco con una suerte de lasciva cuidadora con aires de enfermera. Con todo, a mi juicio es una versión hasta cierto punto análoga de la que puede consultarse en la Wikipedia.
En definitiva, "se trata de una serie ingenua, ‘rosa’, relativamente impregnada del nacionalismo y el culto de los héroes en la cual San Martín viene a ser algo así como un comparsa de Bolívar".
Con respecto al producto televisivo concreto, en aquel entonces concluí que "la serie resulta grata de ver por la belleza de los protagonistas, lo vistoso de los ropajes, lo pintoresco de las pronunciaciones y el colorido de los paisajes, aunque las actuaciones dejen algo que desear".
Este año, 2022, el miércoles 3 de agosto se desarrolló en el salón del Honorable Concejo Deliberante, en conmemoración de aquel encuentro de Guayaquil, un panel cuyos principales integrantes fueron un venezolano, el licenciado en Historia de la Universidad Central de Venezuela, profesor Jeijal Rafael Pérez Solórzano, y el cónsul honorario de la República del Perú, profesor Otto Hernández Mereles.

Creo que fue un encuentro productivo incluso historiográficamente, porque el venezolano, que habló digitalmente desde Caracas, hizo una atinada referencia respecto a los errores en que incurren quienes asientan sus interpretaciones en los anacronismos psicológicos aplicando al pasado los códigos del presente, y el peruano diferenció entre San Martín como Padre de la Patria y Bolívar en cuanto gestor de la Independencia.
Esas aseveraciones vienen muy al caso porque Guayaquil, como entrevista de dos próceres del calibre de San Martín y Bolívar, y según la posición relativa del historiador, dadas las circunstancias, dificulta mantenerse neutral y no tomar partido por uno o por el otro.

En otras palabras, el camino más corto es optar por un criterio maniqueo y ver a uno de ellos como "el bueno" y al otro como lo contrario, o "un ganador" y por contrapartida un perdedor. Hubo historiador, por ejemplo, que recordando un juego criollo dijo que San Martín le sacó el jabón al palo y el que se trepó fue Bolívar.
Cuando tiene lugar la entrevista de Guayaquil, al contrario de San Martín, que concurre a ella después de algunos contrastes, aprecio que esperando unir fuerzas, Bolívar se halla en pleno ascenso superada una serie de altibajos, de manera que cabría decir que el mismo lugar del encuentro, en el epicentro en aquel momento del poder bolivariano, nos muestra a San Martín como quien dice "yendo al pie".
Guayaquil en sí es fácil de reconstruir como hecho histórico: el día 26 de julio de 1822, a las 0700, la goleta Macedonia, con San Martín a bordo, atraca en el puerto, se llevan a cabo diversos actos protocolares. En la residencia donde se alojará lo recibe Bolívar y le presenta sus oficiales. Ambos dialogan a puerta cerrada algo más de una hora y media. Más tarde, San Martín retribuye por media hora la visita.
Al día siguiente, 27 de julio, en horas de la mañana San Martín hace embarcar su equipaje anunciando que esa misma noche regresa al Perú. Al parecer, nada espera ya de la entrevista a celebrarse. A las 1300, San Martín y Bolívar se reúnen por cuatro horas, a las 1700, se da un banquete con asistencia de ambos. Allí tiene lugar el célebre brindis. Posteriormente se da un gran baile. San Martín, que participa a título de espectador, se retira a la una de la madrugada, y a las dos, la Macedonia está zarpando rumbo al Perú.
¿Qué se habló en la entrevista? Aún hoy es objeto de controversias, y todas ellas giran fundamentalmente en torno a la autenticidad de una Carta de San Martín a Bolívar que habría sido fechada el 22 de agosto de 1822 y fue publicada mucho después, en 1843, por Gabriel Lafond de Lurcy, en París, en 1843 - 1844, en su obra "Voyages autour du monde et Naufrages Célebres", hoy perdida como consecuencia de un naufragio.

Bartolomé Mitre califica esa carta como "El testamento político de San Martín", Patricia Pasquali, la gran biógrafa del Libertador, asevera que "esta pieza documental… puede considerarse como la piedra angular de la historiografía sanmartiniana". El Instituto Sanmartiniano a su vez, la complementa con las cartas al general Guillermo Miller (Bruselas1827) y al mariscal Ramón Castilla. (Boulogne 1848). Por contrapartida, entre los apologetas de Bolívar que han negado autenticidad a la carta de Lafond, lo más reciente dataría del año 2013, cuando un historiador colombiano habría hallado en Quito una carta perdida durante dos siglos, escrita a Sucre por un secretario de Bolívar, con un resumen de la entrevista que expone una versión diferente.
La transcripción que conocemos de la misiva justifica un trato aparte. Aquí sólo asentaré el juicio de alguien mucho más cercano a nosotros, Manuel Florencio Mantilla, que en su momento se preguntó si Bolívar "¿Tenía envidia de San Martín? ¡Quizás! Todo hay que sospechar del que fue capaz de prender y entregar a los españoles al precursor de la independencia americana, el ilustre general Miranda, y recibió como recompensa de un pasaporte de Monteverde: " que terminaba de acabar con la Primera República de Venezuela.
Quiero finalizar esbozando lo que a mi juicio es realmente el legado de Guayaquil a través de la conducta sanmartiniana.
Después de Napoleón creo que fueron muchos los militares afortunados que pretendieron capitalizar sus triunfos recurriendo a las armas de sus soldados para forjarse sus propios imperios. Entre nosotros, sin ir más lejos, aprecio reconocible el "síndrome" napoleónico en Carlos María de Alvear, José María Paz y Francisco "Pancho" Ramírez y su "República Entrerriana", por decir lo menos.
Maravilla que San Martín haya escapado a esa tentación y él mismo, al tiempo de despojarse de todo poder, haya alertado a los peruanos sobre el peligro que representaba para una república en germen, un general victorioso. En ese terreno, el que, como suele decirse, se haya "bajado" ante Bolívar en vez de disputarle la primacía de la empresa libertadora. En ese campo también tenemos ejemplos sobrados, por citar sólo uno, y muy vinculado a nuestra propia historia la lucha de Artigas contra Ramírez.
Hay algo más que todo eso en la generosidad fuera de medida de San Martín. En el documento de Lafond, le dice a Bolívar: "Antes de partir remitiré a Ud. una carta de todos los jefes cuya conducta militar y privada puede a Ud. ser de utilidad". Frente por frente de los hechos, ¿qué duda cabe que es la escuela sanmartiniana la formadora de tantos grandes jefes que bajo las órdenes de Bolívar remataron la empresa revolucionaria? Gente del fuste de Lavalle, Necochea, Miller y tantos otros que empuñaron sus sables en ese regimiento escogido, esa unidad de seals que fueron los Granaderos a Caballo, esa escuela, modelo de guerreros, que se foguearon viendo y acompañando al Gran Capitán en su incomparable jornada de Los Andes para liberar a Chile.
"Por sus frutos los conoceréis", dice el Nuevo Testamento. La gloria de San Martín en Guayaquil no es lo que hizo, sino lo que dejó de hacer.

Junta de Historia de Corrientes