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1865

Los saqueos paraguayos en la provincia de Corrientes

Reescribir la historia para que quede al gusto de un determinado déspota, una facción dada, una ideología específica, las "necesidades" de una época. Todo eso es conocido, aunque no siempre reconocido.

CALDERA Y EJE DE TRASMISIÓN (RESTOS).

(Viene de la página 12).

Pero, insistimos, es imposible destruirlo o desestimarlo todo, y en Corrientes, pese a que los mal pensados podrían imaginar una "conspiración del silencio", por el tiempo que les ha demandado a los historiadores correntinos hacer pie en el problema, quedaron haciendo la duerme vela hartos documentos oficiales, periódicos, epistolarios particulares, y no sólo de correntinos, sino de cuantos pasaron por Corrientes entonces y después, en aquellos años de fiebre en que la provincia fue primero escenario de invasiones y campos de batalla, y después arsenal, hospital y zona de descanso de los ejércitos en lucha.

Hoy, queremos dejar constancia, haciendo Historia, sembrando escuela, de algo de todo aquello que ha quedado, para por lo menos enunciar un plexo susceptible de competir, mínimamente, llegado el caso, con la pléyade de publicaciones, eruditas y de quiosco, que infaman sin remisión la participación en un conflicto en el que Corrientes no pudo escoger otro protagonismo que el de la víctima, como remate de una serie de agresiones desde Asunción remontadas a los tiempos coloniales.

Y, para comenzar, vamos a escribir un poco sobre el saqueo de Bella Vista.

Al respecto, ha escrito uno de nosotros: "Hasta la ocupación del poblado de Bella Vista, los pueblos correntinos habían sido -hasta cierto punto- respetados, pero, una vez ocupada esta villa, comenzaron los saqueos sistemáticos".

Aupado por sus propias opiniones, pero sobre todo por los paraguayistas, Solano López invadió Corrientes creyendo que se le sumarían grandes sectores de la provincia. Asimismo, tardó en persuadirse de que Urquiza no tenía intención alguna de seguirlo. Y, a todo esto, ¿Por qué habría de sumársele el entrerriano? ¿Qué tenía para ganar? Los intereses del paraguayo y los suyos eran completamente distintos, en especial respecto del Brasil, con el que Urquiza tejiera primero toda una serie de complicidades a espaldas de Rosas, y después de Caseros, una interesante entente económico-financiera.

A partir de julio de 1865, sin embargo, lo que fueran "pillajes aislados", si se quiere inevitables en una situación de guerra, escalaron hasta convertirse en una "depredación generalizada", orquestada como política de guerra, que alcanzó un momento de clímax en el saqueo de Bella Vista.

"Los primeros reveses militares" enconaron el resentimiento del tirano paraguayo, dando lugar a que se produjese "uno de los más crueles" saqueos, cuyas primeras víctimas fueron los comercios bellavistenses, en especial "la casa de negocios de Félix Delfino", junto con sus depósitos de mercaderías, todo lo cual fue embarcado "en varios buques en distintos viajes que partieron para Asunción". Los saqueadores fueron unos 200 hombres a las órdenes de Germán Serrano, que a lo largo de varias jornadas cargaron más de 100 carretas con lo saqueado que embarcaron en "los vapores de guerra "Yporá" e "Igurey" y en varios barcos de vela". Los informes publicados oportunamente por los periódicos, dan cuenta de los nombres de otros jefes paraguayos que encabezaron los robos y saqueos, como ser el "mayor Avelino Cabral, de caballería, y el mayor José Eduviges Díaz, de Infantería". Estos delitos se extendieron "desde el día 28 de julio hasta el 6 de octubre". Como es obvio, resalta que Díaz, el gran héroe del triunfo paraguayo de Curupaití, el mayor de toda la guerra, haya sido uno de los que condujeron el saqueo de Bella Vista "…como si existiera el deliberado propósito de destruir totalmente un pueblo que hace apenas diez años era un simple agrupamiento de ranchos y hoy estaba en pleno desarrollo, hasta llegar a superar en muchos aspectos a la vieja capital…" (escrito por un poblador de entonces).

En nuestras próximas notas, nos extenderemos con algún detalle sobre el resto de esas acciones delictivas organizadas del ejército paraguayo, muchas de las cuales cabe calificar de auténticos crímenes de guerra, de los que, a diferencia de lo sucedido luego de resultas de la "docencia" historiográfica paraguaya publicitada "a giorno" sobre la conducta de los aliados, no queda otra memoria que la que custodian los archivos correntinos.