El valor de chamigo

Es a la sombra de las carencias, como de las ausencias, donde aprendemos a valorar lo que de verdad es importante, o lo perdido.
Lo vimos ahora bajo la inclemencia atroz de la pandemia, en todos los aspectos de la vida cotidiana: económico, laboral, cultural, entre otros.
Cuánta nostalgia, por el abrazo, los amigos, la enchamigada, la guitarreada y tanto más. Pero, al fin, "volvió a salir el sol", en esta suerte de pos pandemia aún no definida.
Por estos días de las celebraciones de fin de año, las " juntadas" se ven multiplicadas, y vemos cómo ya flota en el aire el espíritu de la Fiesta Nacional del Chamamé y el Festival del Auténtico Chamamé Tradicional de Mburucuyá.
Los más importantes del género, sin ninguna duda. Como es sabido, estos eventos son epicentros de infinidad de "enchamigadas" que suceden en torno a sí, durante todo el tiempo, como complemento adicional imprescindible, en domicilios particulares.
Allí el hombre se solaza, da rienda suelta a la emoción, a la alegría del reencuentro con los amigos, que florece en interminables brindis al son de la música más amada del alma y el corazón, al calor de cada abrazo chamiguero.
Allí sucede el gesto noble de la generosidad, en el vino cálido y bueno y el pan de cada mesa compartida. Todo ocurre de forma simple y natural, por ser la esencia misma de nuestra identidad.
El modo más hermoso de celebrar la vida.