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Esperanza trunca

Hace 20 años nacía el "Frente de Todos", un proyecto político que aspiraba a ser una alternativa viable para gobernar de forma representativa a Corrientes, construido a partir del compromiso de un grupo de intendentes de importantes municipios, decididos a trabajar con el propósito de superar el atraso provocado por el hegemonismo conservador. Así, el Frente se constituyó como una coalición que se expresó formalmente a través del pacto explícito entre las fuerzas políticas que lo componían y, a la vez, sabiendo interpretar los reclamos de la sociedad, entabló un pacto implícito con la ciudadanía.

Así se construyó la fortaleza necesaria para gobernar la emergencia, luego de dos años de intervención federal que se produjo como consecuencia del quiebre del Estado Provincial. Las dificultades que se interpusieron fueron muchas. La oposición planteó un juego de suma cero: nadie ganaba, y en definitiva, perdía el pueblo. La tarea fue enormemente compleja y a veces frustrante, pero se logró sostener la institucionalidad y la gestión porque la clave en los inicios fue la confianza, la reciprocidad y el respeto, el cauce fue el diálogo eficaz y franco entre los actores y el común denominador fue cambiar el sistema político perverso que gobernó durante años la Provincia.

A partir de allí era el momento de construir una coalición más sólida; era el momento de demostrar que el Frente de Todos era una alianza de gobierno con voluntad de permanencia y no una conjunción estrictamente electoral, con el involucramiento equivalente de todos los partidos y una elaboración conjunta de las políticas.

Sin embargo, se fue incubando un relativo desgaste de la solidaridad colectiva que contribuyó a generar cada vez mayores dificultades en los procesos de toma de decisiones. Comenzaron a aparecer signos que más vale mostraban a un conglomerado político desperfilado, en el que la figura del Gobernador pasó de ser el representante de toda la coalición a uno de su partido de origen, mediante prácticas que no favorecían la participación e integración de otros actores para la definición de programas y proyectos.

La forma de relacionamiento con el Gobernador y los mecanismos de adopción de decisiones, fueron propios de un sistema en que el partido ganador obtiene el gobierno por sí solo, sin ayuda de nadie, y luego amplía su apoyatura para lograr mayorías legislativas. Lo que distaba, y mucho, de un gobierno producto del triunfo de una coalición electoral, con aspiraciones de alianza estratégica. El gobierno se distanció de las necesidades de la gente y demostró una falta de conocimiento y validación de la agenda ciudadana, siendo más importante la agenda impuesta por los medios.

Los valores antitéticos a la vieja política; la revalorización de la política como actividad noble, sin caciques, sin autoritarismos, y sin prácticas clientelistas; el reconocimiento de la existencia de los partidos políticos como una exigencia para el sano desarrollo de la democracia; y la función de proponerle a la sociedad una visión o proyecto colectivo de sí misma, dejaron de ser los lineamientos intransables que el Frente de Todos se marcó desde los inicios, retrocediéndose al modelo que se pretendía superar.