
Redacción de época
Con estabilidad se pueden saldar las deudas que tiene la democracia
Los ciudadanos correntinos deciden hoy el sexto mandato consecutivo de gobierno sin interrupciones. El periodo más largo de continuidad institucional en la historia de los últimos 200 años de una provincia fundadora de Argentina.
“La estabilidad es la madre de la prosperidad”, reflexionó el historiador Jorge Enrique Deniri, quien definió como “una era dorada” al periodo institucional que va desde 1821, sanción de la Constitución de la Provincia, a 1839 cuando el gobernador Genaro Berón de Astrada decidió ir a la guerra con el poder de Buenos Aires, que para el profesor y sus colegas fue el periodo más largo de respeto a la institucionalidad de Corrientes hasta 2001.
Desde 2001, hoy los correntinos elegirán por sexta vez consecutiva al Gobernador de la provincia y se constituye en un récord que vale la pena destacar, porque con normalidad institucional y estabilidad política se pueden saldar las deudas que tiene la democracia.
“A Corrientes nunca le fue bien con ninguna intervención”, suelen repetir políticos que defienden la autonomía de la provincia y la historia reciente lo prueba, desde 1983 a 2001, fue la provincia que padeció intervenciones que la dejaron destrozada en sus instituciones y en sus cuentas.
“Debíamos cuatro presupuestos cuando se fue la intervención”, describió la senadora Graciela Rodríguez a este cronista, quien la consultó después que el diputado Félix Pacayut la reconociera como una de las artífices de la defensa de la institucionalidad en esa primera legislatura, junto a los entonces diputados Fabián Ríos del Justicialismo y Carlos Macchi del Partido Nuevo.
La declaración de la legisladora muestra la gravedad institucional al igual que las expresiones del diputado Pacayut, quien afirmó que ese terceto de diputados hizo todo lo posible para avanzar con las leyes necesarias “ante los atentados que se perpetraban cada semana para jorobar al gobierno que consideraban de mayor fragilidad política”.
Hito
La elección de Ricardo Colombi y Eduardo “Botón” Galantini se dio en el marco de una de las tantas “crisis terminales” de Argentina, por la salida de la convertibilidad que desbarrancó al gobierno de Fernando de La Rúa, y tras una intervención que se agotó luego de la represión que tuvo su costo en vidas correntinas y en un endeudamiento terminal de la provincia.
También marcó un hito. El acuerdo entre el radicalismo y el justicialismo posibilitó romper los esquemas estructurales de la política correntina hegemonizada por los partidos del centenario, orden conservador representado por los partidos Autonomistas y Liberal, que desde 1983 confluyeron en el pacto que tras la recuperación de la democracia no pudo sostener la estabilidad de la provincia.
La sucesión de intervenciones primero de 1991, con el oasis en la era menemista y el acceso al poder de Raúl Rolando “Tato” Romero Feris y la debacle de su sucesor Pedro Braillard Poccard en 1999, marcó el agotamiento del modelo intolerante que llevaba a quien perdía las elecciones a buscar que el poder central “voltee al que gobierna para poder gobernar yo”, según coincidieron en señalar el profesor Deniri, la senadora Rodríguez y el diputado Pacayut.
Consolidación
El exgobernador Ricardo Colombi declaró el jueves a este cronista, antes que la noticia del disparo contra Miguel Arias despertara viejas preocupaciones, que “ahora los candidatos caminan sobre pavimento, cuando ‘Botón’ (Eduardo Galantini) y yo llegamos ni ripio había”, una forma gráfica de emparentar los anuncios de obra pública de la presente campaña electoral, con las dificultades que vivieron entre 2001 y 2004, año en que los fantasmas de intervención se convirtieron en historia.
De ese tiempo de consolidación de la política del diálogo, la senadora Rodríguez elogió el aporte de Ríos y el diputado Macchi, y señaló que los llamaban “el trío dinámico” por el trabajo fino de buscar los consensos para lograr que se voten leyes como el “Financiamiento ordenado” que permitió el canje y eliminación de los bonos CECACOR, o la ley de Responsabilidad Fiscal, o el recupero del Banco como herramienta financiera del Estado, o bien leyes para refundar “las instituciones” que habían quedado arrasadas.
Los políticos consultados para esta nota también coincidieron en destacar el aporte a la construcción de la normalidad institucional del liderazgo que ejerce el exgobernador Ricardo Colombi y la de Eduardo “Botón” Galantini, a quien muchas veces le tocó bajar a la plaza para hablar con los sectores que se manifestaban para reclamar por sus derechos conculcados y fue esencial para tejer acuerdos con la presidencia ejercida por Eduardo Duhalde, tras la caída del gobierno de la Alianza. Hay muchos otros actores importantes a quienes se les pide las disculpas del caso por no mencionarlos.
Después vino el gobierno de Arturo Colombi acompañado por Rubén Pruyas, el regreso de Ricardo Colombi, primero con Pedro Braillard Poccard y con Gustavo Canteros después y el acceso de sangre joven con Gustavo Valdés y Canteros.
Veinte años es mucho
Pasaron 20 años de la salida de la última intervención y pese a las dos décadas de estabilidad la democracia tiene deudas abultadas que el historiador Enrique Deniri adjudicó al abandono del federalismo que viene desde 1930 “cuando el poder central se quedó con la administración de las vías navegables, los caminos e impuso la idea de que ellos eran mejores recaudadores que las provincias”.
“No se puede tener progreso sostenido sin autonomía política ni autarquía financiera”, reflexionó el columnista de historia de época, y destacó que se deben cambiar los paradigmas de distribución del ingreso en el país y eso se debe dar con las provincias respecto de la Nación y de los municipios respecto de las provincias.
Veinte años no es nada dice un famoso tango. Si se toma nota de las propuestas de los candidatos que compiten en esta sexta elección al hilo de gobernador, se podrá apreciar que dos décadas es mucho, porque la discusión ahora pasa por ver cómo se produce más y mejor, y la forma en que se redistribuye lo producido en más educación, mejor infraestructura de salud, conectividad y lograr poner valor agregado al arroz, a la carne y a la madera, porque nadie piensa en tumbar al que gobierna porque se pierde una elección. Claro que siempre hay que estar vigilantes no dar todo por sentado porque siempre habrá quiénes, desde el oscurantismo, quieran tirarle tiros a la democracia.

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