Murió el "Indio" Silva, el mítico decano de los canillitas correntinos

El periodismo gráfico correntino llora la muerte del decano de los canillitas locales, don Luis "Indio" Silva, quien dejó de existir ayer a los 95 años. El mítico vendedor de diarios, declarado Ciudadano Ilustre de Corrientes hace un tiempo, desempeñó ese noble oficio desde 1936 hasta 2020: nada menos que 84 años junto a los diarios, periódicos y revistas. Muchos lo recordarán por su puesto ubicado al lado del Instituto de Cardiología, pero su legado trasciende a ese humilde ámbito de trabajo y de ahora en más se convertirá en una verdadera leyenda de la ciudad. A modo de homenaje, época reproduce en estas líneas que continúan, algunos extractos de varias notas y entrevistas realizadas a Silva, quien siempre con una sonrisa apelaba a su prodigiosa memoria para recuperar nombres, personajes, marcas y momentos de su prolongada carrera en eso de ofrecer a sus clientes las noticias impresas.

Sus comienzos en el oficio El "decano" nació en San Cosme, en una familia de cinco hijos, llegó a la capital desde muy pequeño. "Soy pariente de los hermanos Barrios (tradicionales chamameceros de esa localidad)", describió. Con lujo de detalles relató cómo se inició en la labor con la que se ganaría la vida para siempre. El 26 de octubre de 1936 a las 6:50, un niño de diez años se acerca a don Elías Abad (recordado político local) y le vende un diario en la esquina de Salta y 25 de Mayo. Para muchos habrá sido una situación habitual del centro capitalino de aquel entonces, sin embargo para Luis Silva fue el comienzo de una profesión que abrazaría para el resto de su existencia. "Mi papá era estibador del puerto y yo vendía diarios en esa zona, primero, y después cuando crecí empecé a caminar toda la ciudad. Eran otros tiempos, para nosotros era una gran alegría salir y recorrer las calles porque vendíamos muchos diarios y la gente era generosa", narró Silva. Sobre aquellos primeros días laborales señaló que "siempre me gustó trabajar, pero lo que más me dolió fue dejar de ir a la escuela. Hice hasta segundo grado en la Escuela Nº2 (Alberdi y Teniente Ibáñez) y mi papá me dijo: ‘ya sabés leer, escribir y firmar, tenés que trabajar’. Lloré mucho, pero así era la vida antes, muy distinta a la de ahora". "Voceábamos las noticias; además defendíamos nuestras zonas con uñas y dientes, a veces había piñas con otros chicos canillitas. Aún así el espíritu solidario siempre fue sinónimo de nuestra profesión", profundizó.
Illia y el récord por la muerte de Evita "Vendí tantos diarios y revistas que de algunos quizás no me acuerde, pero de la vieja época puedo nombrar a Noticioso, El Mundo, La Nación, La Proa, La Mañana, La Razón, Crítica, Noticias Gráficas, Semanario, El Liberal, El Pájaro Azul, El Crack, Turf, Goles y El Gráfico, entre otros", mencionó. "El récord fue la muerte de Evita (26 de julio de 1952), ese día vendí unos tres mil ejemplares, ni el fallecimiento de Juan Domingo Perón tuvo tanta trascendencia comercial", rememoró en otra ocasión. Contaba con miles de anécdotas de la profesión, algunas de ellas ya editadas por este medio, una de las que más lo hacían reír ocurrió en ocasión de un viaje que hizo a Buenos Aires. En la ciudad central le dio una mano a uno de sus colegas y se puso a vender en cercanías de la Casa Rosada. "Se me acercó un hombre y me preguntó si tenía La Razón y La Nación, le dije que sí, sin darme cuenta quién era. Me preguntó mi nombre, me presenté. Él con una sonrisa me dijo: "Soy Arturo Illia, presidente de la Nación", me dio mucha vergüenza pero en verdad no lo conocía". Silva durante más de 26 años se desempeñó como secretario general de lo que hoy es el Sindicato de Canillitas y que en sus inicios fue la Sociedad de Socorros Mutuos (fundada en 1941). En 1984 se alejó del sindicalismo y puso su ya histórico puesto a metros de lo que luego sería el Instituto de Cardiología. Soñaba con que la gente lo recuerde como un hombre trabajador, siempre predispuesto a la charla y con espíritu positivo.
