Compromiso: la identidad Imaguaré

Siempre cuenta que su abuelo fue el que lo introdujo en el mundo de la música Mi abuelo se llama Julio César. Hablo de él siempre porque ha sido el responsable de esto en lo que finalmente me convertí, un músico popular. Él era colono y arrendaba una parcela de tierra para trabajarla. A los cinco años yo me trasladé a Mercedes para empezar la escuela primaria. Sin embargo, en esos años algunas cosas me enseñó.
¿Cómo cuáles? Me enseñó como andar a caballo, arreglarme en el río. Lo veía tocar la guitarra y cantar temas referidas al campo y las que tenían que ver con la historia. Eran una suerte de novelas cantadas. Me mostró algunos acordes de la guitarra y me fue contando. Sobre todo me fue contando historias de la familia. En Corrientes hay una tradición muy linda que se guarda de cómo fueron nuestros antecedentes. Cómo participaron las familias en las luchas internas que hubo desgraciadamente durante muchísimo tiempo. La guerra del Paraguay, las luchas entre unitarios y federales.
¿Todo eso con apenas cinco años? Bueno sí (risas). El abuelo me trasladaba estas historias en conversaciones largas que teníamos. Me acuerdo que había un guayacán grandote en la casa, y ahí él pelaba unas naranjas y me conversaba esas cosas. Yo por lo visto fui un buen escuchador, porque él se entusiasmaba conmigo y me narraba todas esas historias. Eso me fue creando posiblemente una inquietud muy singular por todo lo que tiene que ver con la historia, sobre todo la de Corrientes.

¿Su abuelo era historiador? Era un autodidacta de la campaña, buen lector, y tenía una memoria prodigiosa. Por ejemplo, me recitaba párrafos enteros del Martín Fierro. Todas estas cosas que me enseñaba me fueron modelando. Como dice Rúveda "antes que el libro, un viento romancero, modulando su libre abecedario. Me fue de patria, modelando el alma del siglo del monte legendario". Así, antes de leer nada, yo ya tenía toda una historia en el corazón.
¿Cuándo empiezan los recitados ? Me pasó una cosa muy curiosa. Yo venía del campo y entré un poquito tarde a la escuela. Pero el 22 de marzo se celebraba al tambor de Tacuarí y tuve la posibilidad de decir un pequeño verso. Por lo visto tenía facilidad para estas cosas. Participé de un acto de la escuela como el tamborcito de Tacuarí, y mi párrafo era: "Yo serviré de lazarillo al comandante Vidal", y tocaba mi tambor. Esa fue la primer participación que recuerdo.
¿A partir de allí se dio cuenta que sería algo en lo que se podía destacar? No me daba cuenta, era algo que me salía con facilidad. Es así que al año siguiente una maestra me llevó a su casa y me enseñó un poco a declamar. Me enseñó una poesía, y fue muy raro porque era en honor a la madre tierra, a la pachamama. Se ve que lo dije muy bien porque se armó todo un revuelo en el curso. Me llevaron a la dirección, me regalaron bombones, y me quedó como sobrenombre "Pachamama" durante toda la primaria. A partir de ese momento me convertí en el recitador oficial de mi grado y de la escuela.
¿Cuándo fue el primer contacto con el chamamé? Como me crié con mi abuelo, a mis tíos les digo hermanos. Uno de mis tíos mayores, mi hermano Ignacio, era guitarrero y me fue pasando cosas. Así a los seis o siete años hacíamos dúo. Cantábamos cosas de Cocomarola y algunas polcas paraguayas. Así transcurrió toda mi escuela primaria cantando con mi hermano en las casas. Siempre llamó la atención un niño que canta, entonces me llamaban todas las veces. Así aprendí muchísimas cosas.
¿Pensaba en dedicarse a la música? Nunca pensé que yo iba a ser un músico popular. De hecho me fui a La Plata a estudiar Administración de empresas. Cuando entré a la escuela secundaria cambió un poco mi rol de recitador. Pero, como yo era guitarrero, enseguida me hice un grupo de amigos y salíamos de serenata cantando temas. El chamamé no era muy bien visto en el sector en el cual estudiaba. Estaba un poquito relegado y no se aceptaba hacer algunas cosas como Sargento Cabral o Merceditas.

Y entonces ¿cómo llega a la música? Es una cosa muy curiosa. Mi hermano Ignacio tenía un amigo en Mercedes que se llama Ruperto Alegre y lo buscaba para musiquear (sic) en todos lados. Me acuerdo que venían, se juntaban con dos o tres amigos y se iban. Abrían la puerta cancel que teníamos y se iban. Yo me quedaba en la puerta mirando. Que ganas de ir con ellos que tenía (risas). Pero bueno, nunca me llevaron. Pero sí pasó algo raro, porque este hombre se fue a hacer la conscripción en Buenos Aires, y al regreso nos encontramos en la estación de Buenos Aires. Mi hermano se encontró con Ruperto y este se había comprado un acordeón cinco hileras como Pedro Montenegro. Le pidió mi hermano que me cuide en el viaje. Subimos y teníamos pasaje en primera. Cuando empezó a anochecer me dice Ruperto "¿vos traés una guitarra?", sí le digo, "mirá, me regaló mi papá". "Yo tengo un acordeón, ¿qué tal si vamos a musiquear en segunda?". "Y vamos" le digo yo. Fuimos a los vagones de segunda con toda la muchachada.
¿Ruperto fue el que lo inició como músico? A la semana un hombre golpea la puerta y atiende mi abuela. Era "Lacho" Sena. Me dice "vengo a hablar con vos porque me contó Ruperto que cantás muy bien y tenés buena primera. Yo estoy armando un dúo, si te parece vamos". Así empezó mi vida de músico. Y digo empezó, porque cuando me iba a cantar con "Lacho" y Ruperto, ya me pagaban. Ya era músico profesional (risas).
¿Retomó su rol de recitador? Lo que hacía era animación, al estilo Yacaré Aguirre. Eran raros en aquella época los chamameceros que tuvieran esa cualidad. Les costaba mucho dirigirse al público. Entonces cubrí un espacio muy importante, pero no tenía todavía los recitados. Eso había quedado en la escuela primaria donde sí recité en casi todas las fiestas.
¿En qué momento lo conoció al padre Zini? Caminando por las calles de Mercedes paso por el tenis club y veo a un grupo de muchachos rodeando a alguien. Me acerco y estaba un joven con una guitarra cantando. Me pongo a escuchar "por eso estoy aquí cantando, por eso estoy aquí soñando. Por el hombre feliz, el hombre nuevo, el hombre que te debo mi país". El hombre era Julián Zini y lo que cantaba era una canción que compuso él.
¿Y cómo se inicia el grupo? Un día voy a la casa de mi profesora de música y me encuentro con un grupo ensayando. Eran cuatro personas: Julián Zini, un muchacho Ramírez, Carlos Núñez y el "Gringo" Sheridan. Había ocurrido que el padre Zini tenía una oferta de grabación que le había hecho a Vera-Monzón para que grabara. Pero como algunos lo aceptaban y otros no, sus canciones tenían el mismo problema. Entonces el "Gringo" le dijo que él iba a grabar con su conjunto. Pasaba que no tenía ningún conjunto, recién lo estaba armando (risas).

¿Así nacen Los hijos del Paiubre? Fue así. Teníamos una invitación para cantar en Corrientes. La profesora nos dio una canción que se llamaba Peoncito de Estancia, de Linares Cardozo. Ni lo conocíamos. Además no era chamamé, pero curiosamente también la cantaba el padre Julián. Aprendimos la canción, vinimos, y ganamos el primer premio. Como era una placa, y nadie iba a poder quedársela, la pusimos en la cruz Gil. Elegimos como nombre del trío: Los Hijos del Paiubre, y así anduvimos un tiempo hasta que "Tito" se enamoró de una guaina y se fue. Nos quedamos sin nada, y nos separamos.
Era un grupo que hacía cosas diferentes a lo que se tenía acostumbrado en el Chamamé ¿Qué buscaban mostrar? Mirá, a mi me despertó otra cuestión diferente de músico popular como la conocía. Pasé a ser un militante de la cultura. Por aquel tiempo leí una frase de un brasileño que decía que los músicos populares no podemos hacer una transfusión, sino que lo que debíamos hacer era mantener viva la identidad del pueblo quien es el que va hacer la revolución. Entonces yo me dije "bueno acá está mi lugar. Voy a trabajar por la identidad de mi pueblo, por la jerarquización de nuestra música".
¿Esa es la principal característica de Los Imaguaré? Pasó que "Gringo" quería que cobrásemos porque él quería vivir de esto, cosa que no hacíamos con Los hijos del Paiubre. Él se había ido a hacer su servicio militar y en uno de sus regresos me propone formar un grupo. Yo también tenía necesidad de hacer cosas distintas y le dije "bueno gringo yo me voy a ocupar de hacer una recopilación de canciones y poesías, y vos ponele la música. Y después vamos a cantar las canciones de amor y familia que tiene Julián". Ocurría que nosotros cantábamos canciones testimoniales, pero Julián también había compuesto otras canciones como Niña del Ñangapirí, Nuestro sueño y la distancia, Canto agradecido, A orillas de tu silencio. Así armamos el grupo los dos y nos vinimos a Corrientes.
¿El nombre cómo surge? Me acuerdo que Sosa Cordero había grabado un disco con todos los poemas del romancero guaraní. Una tía me prestó ese disco y cuando lo escuché me voló la cabeza. Dije: "Bueno, esta es la forma de decir nuestros poemas". Uno de ellos se llama "Corrientes tiene Payé", y en una parte dice: "Tiene talismán de un infalible poder, que fraguó la hechicería guaraní, Imaguaré". Ahí me quedó la palabrita. Nos habíamos enterado que Ernesto Montiel había fallecido y Julián le compuso un poema que hacía una comparación con Cocomarola: "En uno, la tristeza lagunera, sancosmeña y azul en el mirar, y la yerra viril de nuestros campos, lazo, doma, pialada y sapucay". Entonces le dije ¿por qué no ponemos esto? "Los dos como dos manos creadoras, modelando aquel viento Imaguaré, que ya extasiaba al indio en las misiones y hoy perdura en tu tiempo, chamamé". Quería traer el viento de las misiones, el viento Imaguaré, de antes y ponerlo en el chamamé de ahora.
¿Les costó mostrar ese nuevo estilo? Nosotros vinimos con un repertorio todo armado que decía "desde la patria chica hacia la patria grande". Un día recitando en el club Sportivo me escuchó Roteta Lacarré que tenía el noticiero de canal 13. Su señora trabajaba en la universidad y nos puso en contacto con la extensión universitaria para que podamos hacer un recitado. Ahí también nos contrató el director de cultura para el festival de Paso de la Patria para actuar en la hostería. Actuamos seis veces ese fin de semana. Cuando terminamos nos compramos nuestro primer auto (risas). Adaptarse a los cambios respetando lo de antes Don Julio se dirige con respeto, una de las principales características que ha llevado a Los de Imaguaré. Piensa que la adaptación del chamamé a los nuevos tiempos es algo que se está dando de forma lenta. Eso sí, pide a los jóvenes que siempre mantengan las tradiciones de nuestro pueblo.

¿Cómo ve el futuro del chamamé con los cambios tecnológicos y la gente joven que se suma? Mirá, siempre digo que el chamamé no es otra cosa que el hacer del chamamecero. Todas las cosas en la vida son una permanente evolución, que a veces es lenta y no se percibe, pero siempre cambia. La información que hoy se recibe es muchísima. Con eso el chamamecero debe dar respuestas de su tiempo. Tengo mucha fe en nuestros muchachos. Lo único que les pido es que estudien, que conozcan su pasado, su imaguaré. Que conozcan su ayer y tengan fe en su mañana. Creo que el Chamamé tiene muchísima vida, y es importante que nosotros sigamos siendo nosotros. Esa frase que se usa ahora, ñanderekó, nuestra manera de ser.
¿Se siente un referente del chamamé? Qué se yo. Siento que la gente me tiene cariño. Camino por la calle y me saludan, me piden fotos. Son caricias que te hace la gente y yo se lo agradezco todo a Dios. Creo que él es responsable de todo esto. Me puso desde el comienzo en este camino y aquí estoy.
Pero, hizo un gran aporte a la cultura con canciones e investigaciones. ¿Lo siente así? No sé si grande o chico, pero algo aportamos. No hemos pasado de balde, pero tampoco me considero importante. Lo que hay que hacer es sumar todas estas cuestiones e ir sacando conclusiones nuevas, ir mejorando. Por eso con Julián nunca quisimos ponerle otra cosa que no fuera aporte a nuestro trabajo. Eso otra gente lo va a tomar, criticar, mejorar. Pero estamos cumpliendo una etapa.
¿Cómo le gustaría que sigan Los de Imaguaré? Como siempre. Tenemos un rumbo establecido con el respeto de las tradiciones de nuestros antepasados. Pero también un compromiso con el futuro que es la creatividad. Mientras Los de Imaguaré mantengan esos dos pilares: el respeto y la creatividad, va a seguir.
