Dodge, la V8 que faltaba

En la edición pasada de este espacio institucional que cada semana cede diario época al Club de Automóviles Clásicos de Corrientes, los lectores tuvieron oportunidad de recorrer la historia de las camionetas de fabricación nacional que alcanzaron un notable éxito comercial hace medio siglo, pero con una omisión que este informe viene a enmendar con información precisa sobre la Dodge D100 V8, una versión que quizás sea la menos conocida y al mismo tiempo la más potente de las pick ups producidas en el país por aquellos años. El informe de la semana anterior, publicado el lunes 18 de noviembre, daba cuenta de las marcas de camionetas que se ofrecían en el mercado argentino desde principios de la década del 60, con menciones especiales para dos modelos equipados con motorizaciones de 8 cilindros en "V": la Ford F100 y la Studebaker Champ. El error de la publicación consistió en pasar por alto un tercer modelo que llegaba al usuario argentino con la opción de mecánica V8, la Dodge D100 con el motor de 5.210 centímetros cúbicos y 202 caballos de potencia. Lo que se dice, un "motorazo".

La camioneta Dodge con motor V8 estuvo presente en el catálogo de Chrysler Fevre Argentina desde 1969 hasta 1979, cuando la filial local de la firma norteamericana cambió de manos y pasó a ser parte del gigante alemán Volkswagen. Cabe la pregunta entonces: ¿Si duró 10 años en el portafolio de ofertas de la marca, por qué es tan poco conocida? Sencillamente porque no era una prioridad en la estrategia de marketing de la época, que había priorizado las versiones más económicas en lo que respecta al consumo. Por lo tanto, las camionetas Dodge argentinas no venían con tres sino con cuatro motorizaciones. Se reproducía de esa forma casi toda la gama de la Serie D correspondiente a los productos lanzados por Chrysler Estados Unidos en la misma época, pero en distinta escala de prioridades comerciales.

Primera en ventas estaba la camioneta con el clásico motor Slant Six de seis cilindros inclinados (el mismo que equipó al Valiant y al Polara), luego venían las versiones diésel con motores Perkins de cuatro o seis cilindros y finalmente -para competir de igual a igual con la Ford F100 V8- se mantuvo en producción la misma camioneta Dodge que todos conocían pero con un impulsor más potente y grande que el de la marca del óvalo, producido en México e importado al país por Chrysler Fevre Argentina. El motor de la camioneta Dodge D100 V8 era el mismo que posteriormente montó la coupé GTX, que se hizo famosa por llevar esa mecánica y logró consagrarse como el auto más potente del país por encima del Torino, el Fairlane y el Falcon Sprint. El dato menos conocido era que previamente el motor de origen mexicano fue implantado en el chasis de la pick up Dodge, en sus dos versiones (la corta llamada D100, para 1 tonelada, y la larga, llamada D200, para dos toneladas de carga). En todos los aspectos el motor mexicano que trajo Chrysler Fevre para completar su gama de autos y camionetas era superior a lo conocido en el país. Sólo para tener una idea, vale decir que el Ford V8 de la F100 y el Ford Fairlane era de 4.785 centímetros cúbicos y que por su relación de compresión erogaba 180 caballos de fuerza.

El Dodge era un 5.2 de 202 caballos, con lo cual los productos del escudo pentagonal tomaban la delantera en potencia, velocidad final y un apartado no tan simpático: el consumo, ya que "rutear" en una camioneta D100 con motor V8 a 140 kilómetros por hora podía implicar un consumo de entre 15 y 18 litros de nafta súper cada 10 kilómetros (de 4 a 5 kilómetros por litro). Estos datos se reflejan con nitidez histórica en el portal especializado "Test del Ayer", un espacio que recopila las pruebas de manejo realizadas a los vehículos que se comercializaban en Argentina en las últimas décadas del siglo XX. El test realizado en su momento por los periodistas de la revista Corsa a la camioneta Dodge V8 da cuenta de los aspectos positivos y negativos de esta pick up que hoy en día es tan escasa que no se conocen sobrevivientes con sus motores originales en funcionamiento. Todo indica que durante los años de crisis que atravesó el país estas camionetas fueron despojadas de sus mecánicas nafteras para incorporar motores diésel y terminar sus días como fleteras, el destino más conocido de este noble fierro nacional.

La Dodge V8 era elogiada por su torque y la elasticidad de su motor. El test destaca que se trataba de una pick up que en el plano estético exhibía muy pocas diferencias con el de las versiones de seis y cuatro cilindros, pero que los caballos se sentían en el pie derecho en cualquiera de las tres marchas (el modelo mantuvo la transmisión con caja de tercera y palanca selectora al volante). De acuerdo a los testimonios publicados, el V8 mexicano era tan elástico que con la relación de caja de la camioneta permitía desplazarse incluso a 20 kilómetros por hora en tercera marcha sin corcoveos. Así también, la "chata" podía superar fácilmente los 160 kilómetros por hora, aunque con ciertas limitaciones dinámicas que los testers advierten en la nota de aquellos años: si la idea es viajar rápido conviene cargar con al menos 200 kilos la zona posterior de la camioneta para evitar que la cola empiece a "navegar" con peligro de "entrar en órbita". Se reflejaba así, con crudeza, la tendencia a la sobrevirancia y al derrape constante que experimentaban estos vehículos con motores superpoderosos montados sobre plataformas de ejes rígidos y suspensiones básicas, simplemente apoyadas en elásticos y con amortiguadores pensados para carga y no para el confort de marcha (ni mucho menos para la seguridad activa). De allí que la prueba de manejo señale además que, pese a la posición de manejo muy cómoda de la camioneta Dodge presentada en 1969, la espalda del conductor podía comenzar a "quejarse" en tramos largos. "Pero basta con parar y estirar un poco las piernas para seguir viaje", añade el informe publicado en el sitio "Test del Ayer". La Dodge pick up también es elogiada por la generosidad de su tablero, con información precisa sobre cada aspecto del funcionamiento del motor, con "relojes circulares de fondo negro y números blancos, con agujas que dicen la verdad y no con luces". El test lanza además una conclusión que de alguna forma explica la razón de la escasa supervivencia del modelo, con la frase "terrible potencia, pero mucho gasto". Al final del informe, los periodistas de Corsa preludian lo que ocurriría poco tiempo después con el motor V8 traído desde México por Chrysler Fevre al señalar que la camioneta Dodge con este impulsor es "una mezcla de auto y camioneta" que sólo sería adquirida por los fanáticos de la musculatura mecánica del vehículo. "Este motor iría ideal sobre un auto con fuertes pretensiones deportivas", señala el test de 1969, en un claro presagio de la decisión tomada por Chrysler a partir de 1970, cuando lanzó al mercado nacional la coupé GTX con el mismo V8 que había sido anticipado por la camioneta.
Muy valorada en Brasil

La camioneta Dodge con motor V8 de 202 caballos fabricada en la localidad bonaerense de San Justo llegó a Brasil antes de que existiera el Mercosur y logró convertirse en el país vecino en un clásico más valorado que en la propia Argentina. De hecho, las fotos actuales que acompañan este informe del Club de Automóviles Clásicos de Corrientes (CACC) corresponden a una unidad perfectamente restaurada por un entusiasta del vecino país. La camioneta producida en Argentina con motor mexicano era exportada a Brasil por medio del sistema CKF (que en inglés quiere decir kits listos para ensamblado). Es decir que desde nuestro país salían contenedores con las partes separadas para que la pick up fuera armada en la planta de Chrysler instalada en el polo industrial de San Pablo. Allí también se ensamblaron las versiones D400 (rival del Ford F350) y el D700, un camión muy conocido en nuestro país porque en sus tiempos fue uno de los más equipados con cajas volcadoras. En Brasil, según consta en la página web "Lexicar.br", todos esos modelos fueron equipados con el motor V8 mexicano, que a su vez era ingresado a los países industrializados de Sudamérica mediante una entidad empresaria plurinacional llamada Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC).
Pampita se casó en un clásico

La conocida modelo y actriz Carolina "Pampita" Ardohaín contrajo matrimonio con Roberto García Moritán en una fiesta digna de la nobleza victoriana, incluso por la presencia protagónica de un automóvil clásico que llevó a los novios al altar y posteriormente a su noche de bodas. En las revistas de la farándula pudo verse a la feliz pareja a bordo de un exclusivo roadster biplaza Triumph TR3, un auto inglés de fama mundial construido entre los años 50 y 60, cuya cotización actualmente supera los 120.000 dólares. No es la primera vez que las figuras del mundo del espectáculo o de la nobleza eligen un auto de colección para enaltecer sus nupcias, pero la tendencia crece y se consolida, a la vez que confirma el enorme valor no sólo histórico sino también económico que adquieren los vehículos exclusivos de otros tiempos.