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Correntino contó su experiencia en plena crisis trasandina

Leandro Gómez es un correntino que desde 2011 llegó a Santiago de Chile como un turista pero se terminó afincando en el vecino país que hoy atraviesa una de sus crisis sociales y políticas más profundas. En diálogo con época dejó sus impresiones.
LEANDRO GÓMEZ VIVE EN EL PAÍS TRASANDINO DESDE 2011.

El joven vive con su esposa, sus dos hijos y hace un año se trasladó a Valparaíso distante a 126 kilómetros de Santiago. Se dedica a las tecnologías de la información, gestó su propia compañía (LEG) con asesorías para empresas e instituciones. "Voy a la capital casi todos los días pero nos mudamos aquí por una cuestión de tranquilidad", contó. "Cuando llegué Chile era un país fuerte en términos económicos, ejemplo en materia de leyes, pero existían cuestiones pendientes hace tiempo como el sistema de transporte" que fue el disparador de las protestas. El Trasantiago es administrado por empresas con subsidios pero los montos los define el Estado. "Cuesta el doble que en México, es el más caro de Latinoamérica, con la excusa del dólar aprovecharon para aumentarlo", explicó. "El problema socioeconómico viene desde la época de la dictadura" encabezada por Augusto Pinochet. Citó el caso de los fondos de pensión "que fue diseñado para sacarle el dinero a los trabajadores y ser administrado por privados que invierten en otros rubros y cuando te jubilás ganás muy poco". Con los fondos de salud pasa algo similar, "no son eficientes y si querés buena atención, debés pagar mucho más. No existen leyes que contemplen a los enfermos de cáncer, el hospital público es paupérrimo", dijo. "Un parto puede costar hasta 5 millones de pesos chilenos. "Pagás el fondo y no te cumplen lo que prometen, eso generó un gran descontento". "El costo de la energía eléctrica aumentó hasta el 30% y eso que producimos y no importamos prácticamente", expresó Gómez. El servicio de agua está a merced de empresas españolas, suecas y estadounidenses que a su vez administran las autopistas e infraestructura. "Fueron subas desmesuradas y los sueldos no aumentan. El salario mínimo es de 307 mil pesos chilenos". Al referirse al inicio de las protestas hace diez días, contó que "los que empezaron a saltar los molinetes en el subte fueron los estudiantes secundarios, se llama evasión y lo vimos como una actitud de rebeldía pero sin daño alguno, luego eso se transformó en un movimiento popular masivo del que se aprovecharon delincuentes, infiltrados, hubo saqueos, y se fue saliendo de control". El correntino cree que se gestó porque "el gobierno no aplicó medidas para contener a tiempo la bronca; y fue tarde cuando dieron cambios muy superficiales". Entre otras cosas se redujo a 40 horas semanales de trabajo, reformas tributarias. "Algunos partidos proponen una reescritura de la Constitución Nacional, algo muy necesario ya que la actual fue redactada durante la dictadura militar".

Gómez durante la última semana y media fue testigo del reclamo ciudadano en las calles. "Incluso salimos también con nuestras cacerolas a protestar", contó si bien reiteró su malestar por los daños ocasionados a los bienes públicos como las estaciones de subte quemadas y los más de 350 supermercados saqueados. "Comparto el descontento porque las subas fueron desmesuradas y el costo de vida es muy alto, las empresas son dueñas de nuestras vidas y el Estado vela por ellas, las protege", expresó. "Hace pocos días se conoció que el presidente –Sebastián Piñera - no pagaba las contribuciones de su casa, es decir los impuestos hace 30 años, son actos que generan cansancio e indignación". También comentó que existen cuestionamientos por parte de un sector de la población a la política migratoria. En el área tecnológica donde desarrolla su tarea comentó que fomenta el emprendedurismo, y admitió que le gustaría volver a Corrientes. "Me gustaría ir para generar una empresa que ayude a la innovación, a la ciber seguridad, entre otras cosas, pero se que ahora es complicado". En este marco pidió acompañar a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYME) y que ellas son fuentes de trabajo genuinas.

"A los que intentamos surgir nos ponen el pie sobre la cabeza con impuestos y aquellas grandes empresas que evaden no reciben sanciones", se lamentó. "Con la marcha del viernes el gobierno dijo que nos escucharon y llamaron a terminar las protestas, pero los chilenos siguen en las calles. Todo lo que ocurrió generó mucho daño e hirió al pueblo", finiquitó.